Más de 80 países tienen programas espaciales que van desde el desarrollo de satélites de doble uso (civil y militar) hasta la exploración lunar y de otros planetas.

Sólo tres de estas naciones han enviado humanos al espacio de forma independiente. La antigua Unión Soviética y stados Unidos lograron los vuelos espaciales tripulados en 1961, en el contexto de la Guerra Fría.

Cuatro décadas después, en 2003, China se unió a este grupo de élite poniendo en órbita al teniente coronel Yang Liwei abordo de la cápsula Shenzhou 5.

El líder chino Mao Tse-Tung declaró las ambiciones espaciales de su nación poco después de que la Unión Soviética lanzara el primer satélite del mundo, el Sputnik 1, en 1957. No obstante, China desarrolló su programa espacial tripulado, conocido como Proyecto 921, varias décadas después, en septiembre de 1992. Los principales objetivos del proyecto del país asiático fueron lograr vuelos espaciales tripulados, así como desarrollar y operar una estación espacial china tripulada de manera permanente.

En total 20 “taikonautas” chinos realizaron viajes al espacio, entre ellos dos mujeres. Los medios oficiales han utilizado el término “taikonauta” para describir a los viajeros espaciales de China. La mayoría de ellos viajaron a Tiangong, la primera estación espacial de larga duración cuya construcción finalizó en 2023.

Aunque es mucho más pequeña que la Estación Espacial Internacional, contiene viviendas para una tripulación rotativa, brazos robóticos y esclusas de aire para realizar caminatas espaciales.

Tiangong, cuyo nombre significa Palacio Celestial, puede albergar una tripulación de tres astronautas que realizan distintos experimentos espaciales, pruebas técnicas en el campo de la investigación y aplicaciones de la ciencia espacial.

Otras acciones de la carrera espacial china son el envío de un vehículo robótico a Marte y sus incursiones en la luna. La nave espacial Chang’e-3, con un Rover robótico a bordo, aterrizó en la superficie del satélite terrestre en 2013, lo que convirtió a China en la tercera nación en hacerlo con éxito. En 2019, se convirtió en el primer país en realizar un aterrizaje controlado en la cara oculta de la Luna. Un año después, Chang'e-5 trajo las primeras muestras lunares a la Tierra en más de 40 años.

Las autoridades espaciales chinas han dicho que planean llevar humanos a la luna en 2030, así como construir una base lunar.

En 2021, la misión Tianwen-1 aterrizó un Rover llamado Zhurong en la superficie de Marte, convirtiendo al país asiático en el segundo país, después de Estados Unidos, en colocar un vehículo robótico en el Planeta Rojo. Las autoridades han informado que pretenden enviar a ese planeta una misión tripulada en 2033.

Los próximos años prometen un aumento en la actividad espacial no solo de China, sino de India y Japón. El país nipón se convirtió en el quinto país en aterrizar una nave espacial en la luna el pasado mes de enero, tan solo a unos meses de distancia de que la India realizara el mismo logro en agosto del año pasado.

Mientras tanto, la empresa espacial privada china LandSpace Technology planea lanzar cohetes reutilizables en 2025 con una tecnología que se asemeja mucho a la de SpaceX de Elon Musk.

Las ventajas de desarrollar capacidades espaciales son múltiples. Los satélites facilitan las comunicaciones militares y civiles. Los vuelos espaciales tripulados ganan prestigio internacional y, al mismo tiempo, brindan oportunidades para investigaciones de vanguardia.

Los experimentos realizados en el espacio han dado como resultado numerosos avances que se han utilizado para abordar desafíos médicos, ambientales y tecnológicos en la Tierra.

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