Correr detrás del atleta, correr para llegar al partido, ver el desarrollo de los eventos deportivos y correr a mandar el material, correr a redactar, correr a buscar qué sigue en la agenda.
Una cuarentena para un reportero significa vivir en cuatro paredes, sin poder salir, sin poder observar, sin poder comenzar a preparar lo que se viene en unos Juegos Olímpicos ; incluso, sin poder palpar de cerca el sentimiento de la gente japonesa que sabe que realiza unos Juegos Olímpicos en plena pandemia, para así contarlo con detalle.
No sólo eso, el reportero también pone un alto a su vida en el que hay que dejar de correr, no hay a quién perseguir.
Simplemente, hay que esperar cada tercer día (aproximadamente) para practicarse una prueba PCR de detección de Covid-19.
Una cuarentena
en la que el mundo sigue girando y el reportero sólo observa desde su ventana cómo en Japón amanece a las 4 de la mañana y en México ya son las 2 de la tarde.
Los atletas comienzan a viajar rumbo a Tokio. La verdadera fiesta, los verdaderos protagonistas comienzan a alojarse en campamentos de la Villa Olímpica , pero ellos también —para asistir— deben someterse a dos rigurosas pruebas de detección de Covid-19 antes de dejar sus países. A la llegada, habrá otra prueba y todo el tiempo hay exámenes aleatorios.
¿Qué tanto pueden mermar el desarrollo de un deportista todos estos factores externos? Algunos viajarán sin sus entrenadores, por el poco cupo en la Villa Olímpica.
Claro que serán unos Juegos que, desde ya, vibran raro. Vibran vacíos. Vibran fríos. Este viernes se definirá si podrá haber afición dentro de los estadios. Este viernes podremos saber un poco más sobre cómo se vivirán estos Juegos Olímpicos históricos y fuera de serie.
@Ventimilla