Ser honesto es construir puentes, no barreras
Como analistas internacionales, nuestra principal responsabilidad es mantener la imparcialidad. Es imperativo realizar análisis profundos y profesionales, evitando la tergiversación de hechos jurídicos e históricos, especialmente en conflictos sensibles. Es hora de abandonar las teorías de conspiración de la política exterior y brindar información basada en hechos.
La columna "El jardín peleado", del historiador Jean Meyer, es un ejemplo claro de cómo se pueden generar dudas e inexactitudes, conduciendo a la desinformación y careciendo de datos precisos. Algunas afirmaciones del Sr. Meyer pueden suscitar sorpresa entre los expertos más experimentados de la región del Cáucaso. Por ejemplo, Sr. Meyer refiere a Karabaj como soviético, una perspectiva que hoy en día parece, por lo menos, irrelevante. Cualquier analista debería conocer y mencionar ciertos datos fundamentales antes de emitir opiniones sobre una región tan enredada.
Histórica, etimológica y etnográficamente, Karabaj siempre ha sido un khanato azerbaiyano, de origen turquíco. La región estuvo bajo ocupación armenia durante casi tres décadas, sufriendo de limpieza étnica contra los azerbaiyanos y esfuerzos por erradicar su herencia cultural. Cerca de un millón de personas fueron desplazadas, lo que representaba el 15% de la población de Azerbaiyán.
En 1993, la comunidad internacional, a través de cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, reconoció a esta región como parte inalienable de Azerbaiyán y demandó que Armenia liberara los territorios ocupados. Sí, como dice Sr. Meyer, en este caso, el sistema de seguridad colectiva internacional demostró su impotencia, llevándonos a un punto en el que Azerbaiyán tuvo que liberar sus territorios por la fuerza.
Contrariamente a lo afirmado por Sr. Meyer, en las medidas antiterroristas del 18 de septiembre, que duraron 23 horas, no hubo víctimas civiles armenias según informes oficiales y misiones de la ONU. La estrategia de las medidas se centró exclusivamente en elementos militares revanchistas y restos del ejército armenio en Azerbaiyán.
Recientemente, el primer ministro armenio, Nicol Pashinyan, declaró que desde la cumbre de la OESC en Lisboa en 1996, el régimen separatista armenio en Karabaj estaba condenado al fracaso. Esto demuestra que la ideología y política de Armenia desde su independencia, así como la de sus aliados, orientada a la anexión del territorio azerbaiyano, ha fracasado.
Esta situación abre una oportunidad histórica para alcanzar una paz duradera en el Cáucaso. Un hito reciente y sin precedentes fue la declaración conjunta de la administración presidencial de Azerbaiyán y el despacho del primer ministro de Armenia sobre el intercambio de prisioneros, la normalización de relaciones y la generación de confianza. Armenia incluso respaldó la candidatura de Azerbaiyán para la celebración de la COP 29 para el próximo año, retirando la suya. Todo esto fue calificado por la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia como un 'gran avance'.
Todo esto nos brinda esperanza de que, tras la eliminación de la ocupación de territorios azerbaiyanos y el restablecimiento de su soberanía en todo su territorio internacionalmente reconocido, Armenia y Azerbaiyán finalmente podrían firmar un acuerdo de paz. Esto abriría nuevas oportunidades para la cooperación económica regional entre los países del Cáucaso del Sur y grandes potencias regionales como Rusia, Irán y Türkiye.
Ahora el tema del corredor de Zangezur, una ruta que teóricamente debería haber conectado Azerbaiyán con su exclave de Nakhchivan a través del territorio armenio. Zangezur, que históricamente fue cedido a Armenia por el régimen socialista de la URSS con el propósito de separar Azerbaiyán del pueblo hermano de Türkiye. A pesar de las narrativas difamatorias y turcofóbicas contra Azerbaiyán y Türkiye, nadie tiene reclamos territoriales contra Armenia.
Además, tras la negligencia de Armenia hacia el proyecto de Zangezur, Azerbaiyán firmó un acuerdo bilateral con Irán para construir este corredor a través del territorio iraní, lo que hace que la supuesta "amenaza" de Zengezur ya no sea relevante.
Por otro lado, dos misiones oficiales de la ONU comprobaron que no hubo ninguna limpieza étnica contra armenios en Karabaj en septiembre y en octubre del año en curso. Aparentemente, alguien en Armenia pensó que evacuar a los armenios de Karabaj les daría una última oportunidad para acusar a Azerbaiyán a nivel internacional, ya que si se hubieran quedado, las autoridades de Azerbaiyán ya les ofrecían pasaporte y los mismos derechos que a cualquier otro ciudadano.
Todavía hay grupos que no desean la paz en la región debido a sus propios intereses, y debemos apoyar a quienes buscan la paz. En una región tan dinámica, los expertos y científicos sociales deberían primero informarse y luego dedicarse a informar a la sociedad sobre los avances actuales en lugar de difundir discursos de especulación. Hoy en día, los avances en la paz y normalización entre Armenia y Azerbaiyán son motivo de celebración, en vez de ser objeto de difamación.