Talya Iscan

El club exclusivo de la OTAN: ¿Quién invita a Ucrania a la fiesta?

Talya Iscan
08/09/2024 |02:21
Talya Iscan
Autor de OpiniónVer perfil

Desde el comienzo del conflicto en Ucrania, la idea de que el país podría unirse a la OTAN ha sido un pilar en la narrativa occidental y en la retórica de Zelensky. Sin embargo, esta posibilidad ha sido desde el inicio, más una ilusión que una realidad alcanzable. En medio de una guerra brutal y con un panorama geopolítico cada vez más complejo, el ingreso de Ucrania a la OTAN se ha revelado como una quimera peligrosa, que no solo ha fallado en ofrecer seguridad, sino que ha contribuido a arrastrar al país hacia un conflicto que, en retrospectiva, podría haberse evitado.

Ucrania, en su situación actual, simplemente no cumple con los requisitos fundamentales para unirse a la OTAN. La estabilidad política y territorial es esencial para la admisión a la alianza, y Ucrania, envuelta en una guerra activa con Rusia, está lejos de cumplir con esta condición. Desde el principio, era evidente que la adhesión de un país en conflicto directo con una potencia nuclear era inviable. La OTAN, con su política de evitar involucrarse en guerras activas, nunca iba a aceptar a Ucrania bajo tales circunstancias. Pero, ¿por qué entonces se alimentó la esperanza de que esta membresía era una opción real?

El artículo 5 de la OTAN, que establece que un ataque contra un miembro es un ataque contra todos, pone de manifiesto el riesgo inherente de admitir a Ucrania. La inclusión de Ucrania significaría una obligación directa de los miembros de la OTAN a intervenir militarmente contra Rusia. En un escenario donde el adversario es una potencia nuclear, la prudencia dicta evitar tal escalada a toda costa. Los líderes occidentales sabían esto desde el principio, entonces, ¿por qué Zelensky insistió en una estrategia que era evidentemente inviable?

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Por otro lado,  los miembros de la OTAN deben tener un compromiso claro con la lucha contra la corrupción, algo que se considera crucial para mantener la integridad y la eficacia de las fuerzas armadas y las instituciones gubernamentales. El índice de percepción de la corrupción (CPI, por sus siglas en inglés), elaborado por Transparency International, clasifica a Ucrania en una posición desfavorable en comparación con otros países. En el informe más reciente de 2023, Ucrania ocupó el puesto 116 de 180 países, con una puntuación de 33 sobre 100. Ucrania está catalogada como una nación con corrupción sistémica, afectando tanto al gobierno como al sector privado. Las áreas más críticas incluyen la corrupción en las adquisiciones militares y la gobernanza pública, aunque se han introducido varias reformas anticorrupción en los últimos años con el apoyo de la Unión Europea y otras entidades internacionales.

La realidad es que la insistencia en el ingreso a la OTAN ha servido más como un elemento discursivo que como una política factible. El deseo de Occidente de apoyar a Ucrania contra la agresión rusa se ha limitado a sanciones y envíos de armas, sin un compromiso real de involucrarse directamente en el conflicto. Este enfoque ha dejado a Ucrania en una posición insostenible, luchando una guerra de desgaste contra un enemigo implacable y mejor preparado. El reciente escepticismo dentro de la propia OTAN sobre la viabilidad de admitir a Ucrania subraya la falta de consenso y la fatiga internacional que empieza a asentarse. Mientras algunos miembros clave, como Alemania y Francia, dudan de la conveniencia de tal movimiento, el discurso de Zelensky sobre la membresía en la OTAN comienza a parecer cada vez más vacío.

En este contexto, el desgaste es tanto militar como político. La guerra prolongada está agotando los recursos y la moral de los ucranianos, mientras que la falta de resultados tangibles socava la credibilidad de Zelensky. Su pueblo, enfrentado a un conflicto sin un final claro, comienza a cuestionar el costo de esta lucha. La promesa de una rápida entrada en la OTAN, que alguna vez fue presentada como una solución, ahora parece una cruel broma, y el apoyo incondicional de Occidente se revela como lo que realmente es: una estrategia para prolongar el conflicto sin asumir los riesgos de una confrontación directa.

En conclusión, la adhesión de Ucrania a la OTAN, si alguna vez fue una posibilidad, ahora es un sueño imposible. La guerra en curso, la falta de estabilidad y la negativa de la OTAN a involucrarse en un conflicto directo con Rusia son factores que hacen de esta idea una fantasía peligrosa. Zelensky ha llevado a su país a una guerra devastadora bajo la falsa promesa de protección occidental, y ahora, mientras su pueblo sufre y su gobierno se desmorona, la pregunta que queda es: ¿para qué entró Ucrania de Zelensky en esta guerra?

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