En octubre, México cumplió 70 años desde que las mujeres obtuvieron el derecho al voto, pero hubo mucho más que celebrar que un aniversario.
El país se ha convertido en un líder mundial en cuanto a la representación de mujeres en la política. Las mujeres ahora constituyen la mitad del gabinete y presiden la Corte Suprema, el Banco Central y ambas cámaras de su legislatura. México es uno de los seis países del mundo en los que las mujeres representan al menos el 50% de los escaños del Congreso. Ocupa el cuarto lugar entre 185 países en el ranking de representación de mujeres en las legislaturas de la Unión Interparlamentaria, por delante de países considerados modelos de paridad, como Nueva Zelanda y Suecia. En comparación, Estados Unidos ocupa el puesto 68.
Ahora, México está a punto de romper nuevas barreras porque las dos principales candidatas compitiendo por la presidencia del país, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, son ambas mujeres. Cuando México celebre su próxima toma de posesión, el 1 de octubre de 2024, es más que probable que su primera presidenta preste juramento.
Aun así, a pesar de los motivos para regocijarse en el sector público, hay menos que celebrar cuando se trata del liderazgo de las mujeres en el sector privado de México. En cuanto a las más altas esferas, un estudio de Deloitte de 2022 concluyó que las mujeres representan apenas el 1,6% de los directores ejecutivos mexicanos. En el frente de la junta directiva, las mujeres ocupaban sólo el 13% de los puestos en 2022, según un estudio reciente del Instituto Mexicano para La Competitividad (IMCO). Eso coloca al país detrás de pares latinoamericanos como Chile (17%), Brasil (19%) y Colombia (21%), y en un nivel de representación inferior a la mitad del de Estados Unidos (31%). México aumentó en un punto la representación de las mujeres en las juntas directivas desde 2021, pero al ritmo actual de progreso, se necesitarán otros 30 años para que el país alcance la paridad en juntas corporativas.
En el caso del sector público de México, casi dos décadas de normativas cada vez más expansivas abrieron la puerta a la representación política de las mujeres, lo que culminó en una reforma constitucional en 2019 conocida como “paridad en todo”, que requiere un desglose por género de 50-50 de los candidatos a cargos electos, así como para roles de liderazgo en los poderes judicial y ejecutivo.
En el caso del sector privado, también existen muchos incentivos para promover el liderazgo femenino. Desde hace mucho tiempo varios estudios demuestran que las mujeres ejecutivas son más proclives a aportar nuevas perspectivas, buscar consenso y ayudar a mejorar la toma de decisiones. Y a raíz de la pandemia, nuevas investigaciones han concluido que es más probable que mujeres líderes sean consideradas compasivas y comprometidas, lo que ayuda a retener a empleados y mejorar la productividad.
Todo esto se traduce en un resultado mejor: Las empresas reportan un aumento del 20% en el impulso del precio de las acciones en los dos primeros años desde que mujeres son nombradas directoras ejecutivas. Y las empresas en las que las mujeres representan más del 25 por ciento de los miembros de la junta directiva experimentan márgenes de beneficio 10 veces mayores que aquellas en las que no hay ninguna mujer. Así que no promover a las mujeres tiene un costo.
Existen formas comprobadas de resolver el problema, desde establecer programas de tutoría y capacitación hasta acuerdos laborales flexibles. El estudio del IMCO concluyó que casi tres cuartas partes de las empresas mexicanas tienen programas de capacitación continua, pero menos de la mitad tienen políticas para prevenir las brechas salariales de género.
Hay, sin embargo, señales de esperanza. El hecho de que México tenga paridad de género en el Congreso podría ayudar; ya que es más probable que las legisladoras respalden legislación socialmente inclusiva, que podría incluir medidas que ayuden a las mujeres a ingresar y permanecer en la fuerza laboral para ascender en la escala de liderazgo. Y en México, las mujeres ocupan ahora el 38 por ciento de los puestos de alta dirección, según una encuesta de Grant Thornton — una cifra que aumentó cinco puntos con respecto al año anterior. Esto coloca a México justo por encima del promedio latinoamericano, que a su vez supera el promedio global del 32%.
Está claro que cuando se trata de impulsar a las mujeres a puestos de liderazgo en el sector privado, las empresas tienen tanto los incentivos como los caminos para llegar allí. Dado que los logros de México en materia de igualdad de género en el sector público ya son un ejemplo global, es hora de que el sector privado cierre la brecha.
Susan Segal es presidenta y directora ejecutiva de Americas Society/Council of the Americas. Carin Zissis es editora jefe de AS/COA Online.