Si algo dejó clara la elección de revocación de mandato fue que, a pesar de que el gobierno intentó convertirla en una elección de Estado, no fueron capaces de alcanzar más de quince millones de votos. Esto significa que la oposición puede tener una oportunidad para vencer a López Obrador y a Morena en 2024 .

Ganar las elecciones en dos años no será una tarea sencilla, especialmente considerando lo débiles que se encuentran los partidos de oposición. A eso hay que sumar la falta de liderazgos, la falta de propuestas, pero sobre todo y aún más importante, la falta de autocrítica y de análisis de lo ocurrido en 2018 y su responsabilidad en ello.

Solamente una oposición unida, con propuestas y que entienda las razones de fondo por las que 30 millones de mexicanos le dieron su voto a un populista , será capaz de ganar la presidencia y formar quizá, un gobierno de coalición. Sin embargo, vencer en las elecciones es solamente una parte del reto que México tiene enfrente.

Desandar los enredos de la 4T, reconstruir el entramado institucional y arreglar el desastre que está dejando en el país, será un reto mucho más grande. Echa atrás la militarización será una tarea titánica pues se han creado intereses económicos inexistentes anteriormente en un grupo que cuenta con el poder de las armas. Revertir la crisis que vive la democracia, con el continuo ataque y desgaste a las instituciones electorales, de transparencia y a los organismos autónomos a quienes se ha restado credibilidad, también será un proceso muy arduo.

Asimismo, el restablecimiento y garantía de derechos fundamentales en toda democracia como la libertad de expresión, el contar con medios de comunicación libres y una academia libre y sin miedo a expresar su inconformidad. Y a esto habrá que sumar la creación de mecanismos que permitan fortalecer al poder legislativo como un órgano de control del poder, algo que hoy se ve amenazado con la espada que ha puesto la mayoría de Morena sobre el cuello de los más de 200 legisladores de oposición que osaron votar en contra de los deseos del residente del Palacio.

Al declive democrático del que hemos sido testigos en los últimos 3 años y medio, se suma el económico, el social, y la terrible polarización auspiciada y alimentada cada mañana desde el púlpito presidencial.

En 2018 López Obrador ganó las elecciones prometiendo acabar con la pobreza y terminar con la corrupción. No hizo ninguna de las dos cosas. Lejos de eso, la situación ha empeorado para los pobres y los niveles de corrupción hoy son más indignantes.

Ganar el poder será una tarea difícil, pero desarraigar a la 4T será muy difícil. Pero debe quedar claro que tampoco podemos volver al México previo al 2018. Los terribles niveles de corrupción, la falta de empatía (y de conocimiento) de las necesidades de los más humildes convirtieron al sistema en uno vulnerable para que un populista con sueños de autócrata pudiera llegar al poder. Definitivamente, no es al México de antes del 2018 al que queremos volver.

El sistema no cuenta con suficientes salvaguardas para garantizar la democracia con crecimiento económico y distribución de la riqueza. El sistema no cuenta con un sistema de partidos fuerte, responsable y autocrítico. Por supuesto México no está solo en esta batalla. Otros países han pasado por la disyuntiva de formar coaliciones solo para verlas desintegrarse pasadas las elecciones.

El daño creado por López Obrador y la 4T no terminará cuando abandone Palacio Nacional y por eso el reto es muy grande. Tenemos que mirar al futuro y crear algo nuevo. Un sistema justo para que todos sus habitantes puedan vivir en libertad, sin pobreza y sin corrupción . ¿Será capaz la oposición de entender el reto que tienen enfrente?

Twitter: @solange_

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