Hace apenas un año, algunos de los comentaristas de los programas de canales oficiales trataban de atizar la idea de una supuesta conspiración para urdir un golpe de Estado . En tales acusaciones los comentaristas oficialistas comparaban la situación del momento con el golpe dado por Victoriano Huerta; e incluso llegaron al grado de señalar como culpable a la recién estrenada libertad de prensa de aquellos años por convertirse en un “ferviente vehículo” para fraguar un golpe.

En noviembre de 2019, el propio Presidente López Obrador en su cuenta de twitter dejaba entrever que había intenciones golpistas de una parte de la sociedad. Así, en los tres años de su gobierno, el presidente ha jugado la carta del golpismo una y otra vez, cuando parece conveniente hacerlo.

Un golpe de estado en México es imposible por tres razones. La primera es que el ejército (si se pensara más bien en un golpe militar) se encuentra bajo el mando del propio presidente que, hoy por hoy, les ha convertido en administradores, burócratas y funcionarios más que en integrantes de la milicia.

El ejército ya tiene tanto poder que no requiere el uso de la fuerza para obtener mas. Las fuerzas armadas tienen bajo su responsabilidad proyectos administrativos y de seguridad, entre ellos los más importantes de la presente administración (el tren maya, el aeropuerto de Santa Lucía, la Guardia Nacional, el manejo de puertos y aduanas y un largo etcétera) y han sido además premiadas con importantes aumentos de presupuesto, algo que no ocurre con ninguna otra instancia de gobierno.

La segunda razón es que el Congreso (si pensáramos, ahí si, en un golpe de Estado), el actor que por “naturaleza” podría llevar a cabo de manera más sencilla un golpe, no lo haría por la sencilla razón de que la mayoría de sus integrantes pertenecen al partido oficialista Morena y a la coalición gobernante.

Los miembros del poder judicial por su parte, difícilmente, se prestarían a un juego así, particularmente hoy que se cuenta con un buen número de Ministros nombrados por el presidente actual. El resto, los organismos autónomos, carecen del poder, autoridad y facultades suficientes para poder impulsar y sostener un supuesto golpe.

En vista de lo poco factible que es que se esté conspirando contra el régimen actual ¿cuál es el propósito de seguir alimentando, de tiempo en tiempo, la retórica golpista ?

El primero y quizá el más evidente es distraer. Cuando el presidente tuiteó sobre la posibilidad de un golpe en noviembre de 2019, lo hizo luego de que algunos generales en retiro criticaran la liberación de Ovidio Guzmán . El segundo es seguir generando polarización en la sociedad civil a través de hacer creer a sus seguidores que “puede estarse gestando” un intento de derrocar a un presidente electo de manera legítima. Esto lo que logra es que sus seguidores continúen cerrando filas en apoyo al gobierno aún con su probada ineptitud y malas decisiones. ¿Qué puede causar más empatía que un gobierno víctima de las fuerzas “conservadoras del mal”?

Sin embargo, en esta última “bravata” golpista hay una diferencia. Y es el personaje y las circunstancias que originaron la acusación. El caos que han vivido los padres de niñas y niños con cáncer ha sido ampliamente documentado por la prensa, algunos incluso afines al gobierno. Es muy probable que el exabrupto del subsecretario haya sido un error de cálculo y por eso el martes fue desmentido. Naturalmente, esto no cambia el hecho de que se siga alimentando la paranoia golpista la cual aunque es claro que es imposible, genera, sostiene o recupera apoyo ciudadano para el régimen.

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