Desde las tierras de Simón Bolívar hasta las llanuras azotadas por el viento de la Patagonia, América Latina ha sido durante mucho tiempo escenario del ascenso y la caída de líderes populistas. El espectro del populismo sigue rondando la región con promesas seductoras y su encendida retórica y Argentina, con su tumultuosa historia política, no es una excepción.
La aparición de Javier Milei, cuya inconfundible melena seguramente haría surgir la envidia de Boris Johnson, ha sido un torbellino que los argentinos siguen tratando de procesar. A uno días de las elecciones presidenciales, Milei, admirador declarado de Donald Trump, lidera las encuestas. Este profesor de economía de 52 años se ha convertido en una figura polarizadora en la escena política argentina. Con alma de rockero, pasión de futbolista y etiqueta de anarcocapitalista, Milei no es un rostro más para las cámaras; es una tormenta política, que promete despejar el cielo kirchnerista y barrer con la "casta política" que, en sus fervientes palabras, ha sumido a Argentina en el caos.
Sus polémicas propuestas son tan populistas como su persona. Milei no sólo aboga por el cambio; exige una revolución. Prevé una drástica reducción del gasto estatal, la privatización de empresas públicas y una economía dolarizada. Sus medidas más radicales, como la militarización de las cárceles y el apoyo a la compraventa libre de órganos humanos, han levantado ampollas y suscitado acalorados debates. De ganar las elecciones, Milei pretende reducir el número de ministerios a sólo ocho, bajar los impuestos de forma agresiva, eliminar los programas sociales y privatizar las empresas estatales.
El impacto de Milei en la política argentina quedó patente en las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias), donde sorprendió al quedar en primer lugar con más del 30% de los votos. Y mientras se avecinan las elecciones presidenciales, las encuestas le sonríen con un 31-34% de las preferencias. Esto le llevaría a luchar en la segunda vuelta.
Pero no sólo en Argentina ha resonado su figura. Recientemente, su entrevista con Tucker Carlson en su cuenta X (antes Twitter) ha alcanzado más de 421 millones de visualizaciones, lo que indica que su mensaje y estilo han trascendido fronteras. El ratio de entrevistas, sin embargo, podría mostrar una historia diferente. Con menos de 350.000 "me gusta", sugiere que, aunque muchos sienten curiosidad por las perspectivas de Milei, no todos están de acuerdo o apoyan sus puntos de vista. Esta disparidad entre opiniones y "me gusta" subraya la complejidad y el carácter polarizador de su mensaje en la escena internacional.
Pero la pregunta sigue en pie: ¿qué vientos han impulsado el ascenso de Milei? La respuesta está en la sombra económica y la desilusión generalizada con el kirchnerismo. Tras dos décadas de gobierno predominantemente de izquierdas, la nación se enfrenta a una asombrosa tasa de inflación del 124%. La pobreza se disparó hasta el 39,2% en el segundo semestre de 2022.
Los argentinos, cansados de los persistentes males económicos y desilusionados por las promesas incumplidas, están desesperados por soluciones radicales. Milei, con su enfoque sin cortapisas, promete cumplirlas desde un populismo ya no de izquierda como el peronista, sino de derecha. Ofrece una tentadora promesa de cambio, pero ¿es la transformación que Argentina anhela? Más aún, ¿es el cambio que necesita? Me temo que no. El populismo (sea cual sea su espectro político) sigue sin llevar a ningún país a buen puerto. Su postura radical representa un peligro descomunal, pero votar por lo mismo de siempre no parece aceptable tampoco para muchos argentinos.
Twitter: @solange_