“Es mejor ser ahorcado por lealtad que recompensado por traición”. Esta máxima se atribuye a Vladimir Putin. En Rusia no es ningún secreto que el presidente Vladimir Putin prefiere la lealtad por encima de la capacidad. Durante su mandato en Estados Unidos, Donald Trump priorizó la lealtad por encima de la experiencia y capacidad. Empleados de carrera con años de servicio fueron reemplazados por partidarios, cuyo principal mérito parecía ser su lealtad al presidente.
No es solo en Rusia y Estados Unidos donde los líderes políticos parecen dar un valor excesivo a la lealtad sobre la capacidad. Desde un punto de vista psicológico, muchos líderes autoritarios muestran rasgos de personalidad narcisista. Estos incluyen una necesidad constante de adulación, una percepción inflada de la propia importancia y una intolerancia extrema a la crítica. La lealtad es crucial para estos líderes porque funciona como un escudo contra el miedo subyacente a la disidencia o la crítica. En esencia, priorizar la lealtad es una forma de autoprotección.
En México, López Obrador ha mostrado una similar preferencia por la lealtad. Basta recordar su conocida frase “90% lealtad y 10% capacidad”. En su gobierno hay mas leales que capaces, desde un Director de Pemex sin credenciales, hasta el responsable de la construcción del desastroso Tren Maya, por mencionar apenas un par.
A largo plazo, este énfasis en la lealtad puede llevar a consecuencias devastadoras para una nación. Al no promover la competencia y el mérito, se corre el riesgo de estancamiento. Las decisiones se basan más en la complacencia que en la innovación, y las políticas no se adaptan a las necesidades del país. Esto puede conducir a una erosión gradual de las instituciones democráticas. Las voces críticas, en lugar de ser consideradas como un componente esencial de la democracia, son vistas como amenazas llevando a la supresión de la libertad de prensa, la manipulación de elecciones y la persecución de opositores.
El otro lado de la moneda es la traición, que en regímenes autoritarios es vista como un pecado capital. En la mente de un líder, especialmente aquellos con tendencias autoritarias o narcisistas, la traición puede percibirse como una amenaza existencial, no sólo a su posición, sino a su identidad misma. Cuando la lealtad es desafiada o rota, puede desencadenar una cascada de respuestas emocionales: ira, humillación, paranoia y un deseo insaciable de retribución.
Es precisamente por esta razón que, en regímenes autoritarios, las reacciones a la traición suelen ser desproporcionadas. Una traición se convierte en una justificación para la purga, el exilio, la difamación y, en casos extremos, incluso la eliminación física. Estas respuestas no son sólo un castigo para el traidor, sino también una advertencia para los demás. Funciona como un mecanismo disuasivo potente que busca cementar la lealtad a través del miedo.
En Rusia, la misteriosa muerte del líder del grupo Wagner, Prigozhin, demuestra que la traición no sólo es imperdonable sino que será castigada enérgicamente. Los vituperios de Trump contra ex-integrantes de su propio gobierno caen claramente en esos extremos.
En México, a pesar de sus declaraciones, el presidente López Obrador sí muestra rencor, señalando y atacando a quienes considera traidores. Aquellos que alguna vez lo apoyaron pero que luego lo criticaron o actuaron en contra de sus intereses son descalificados públicamente. Desde Ministros de la Corte, ex-integrantes de su gabinete hasta periodistas e intelectuales, todos son expuestos en la mañanera como traidores, denunciados y vapuleados por el propio presidente.
El ex Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, podría ser el próximo en esta lista. Ha criticado abiertamente el proceso de selección del candidato presidencial de Morena, calificándolo como “un gran desorden”. Aun con el favoritismo aparente hacia Claudia Sheimbaum desde Palacio Nacional, Ebrard ha decidido desafiar la corriente. Sin embargo, sus críticas podrían ensuciar la imagen de Morena y desafiar la supuesta legitimidad del proceso. ¿Será acusado de traición? El tiempo lo dirá.
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