Mientras los líderes de los países integrantes del G20 se encontraban reunidos en Bali haciendo llamados para terminar la guerra, Rusia bombardeaba Ucrania en uno de los ataques con misiles más grandes contra la población civil desde que inició la invasión, dejando extensas zonas sin luz, internet ni calefacción.
Trascendió que “algunos misiles” habrían caído en Polonia dejando dos personas muertas y abriendo la puerta a un sinfín de especulaciones. Durante varias horas por la mañana hasta pasado el mediodía, se seguía especulando si los misiles habrían sido de fabricación rusa y si habrían sido lanzados por Rusia intencionalmente contra Polonia. Esta confusión fue alimentada por el propio presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky quien, sin esperar el resultado de las investigaciones, aseguró que se trataba de un ataque ruso contra territorio de la OTAN, “¡un ataque ruso con misiles a la seguridad colectiva! Esto una escalada muy significativa. Debemos actuar”, convocaba.
A esto se sumó un error de comunicación entre las autoridades polacas que pareció confirmar la responsabilidad rusa en el ataque, aumentando la duda sobre la posibilidad de un ingreso activo de la OTAN al conflicto. Esto último fue más tarde matizado por el presidente polaco Andrzej Duda que descartó que pudiera tratarse de un ataque premeditado.
Más tarde vendría también el matiz de Joe Biden desde la Cumbre del G20 y del secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg. El misil no fue lanzado por Rusia ni con la intención de dañar a Polonia. El presidente polaco reconocería también que el misil podría haber sido parte de la defensa antiaérea ucraniana que por error terminó cayendo en territorio polaco cuando se defendían del masivo ataque ruso. Esto parecía cerrar el asunto. Con la promesa de una investigación más profunda y con la certeza de que, aun siendo un accidente, la responsabilidad del mismo era de Rusia por ser el invasor y quien comenzó esta guerra. “Seamos claros, esta no es la culpa de Ucrania”, dijo Stoltenberg.
Luego de esto era evidente que Zelensky debía retractarse y alinear su postura con sus aliados; reconocer y disculparse por el accidente. Pero pasaban las horas y la retractación no llegaba. Por el contrario, por la tarde de ayer, el presidente Zelensky volvía a asegurar, desde su canal de Telegram, que se había tratado de una “agresión rusa” que había “cruzado la frontera polaca”.
Su renuencia a reconocer el accidente pone en aprietos a sus aliados, empezando por el propio premier de Polonia que ayer a mediodía habría perdonado de facto el “lamentable accidente” que cobrara la vida de dos ciudadanos polacos. ¿Cómo queda el presidente polaco frente a su propia población si el vecino no reconoce el error y el accidente? ¿Cómo quedan Biden y el Consejo de Seguridad si a quien protegen los contradice abiertamente? ¿En qué posición queda Ucrania al poner en aprietos a sus aliados?
La situación por supuesto no era fácil. Para nadie es conveniente una escalada del conflicto. Ninguno de los miembros de la OTAN desea internacionalizarlo y queda claro que tampoco es la intención de Rusia. Se equivoca Zelensky con su negativa a aceptar el accidente, con ello daña su credibilidad y pone en tensión la relación con sus aliados y alimenta, nuevamente, la desinformación y la especulación. Es claro que Zelensky busca desesperadamente dejar de ser el único que enfrente abiertamente a Putin en esta guerra; sin embargo, mantener esa postura es muy peligroso no sólo para Ucrania, sino para Europa y el resto del mundo.