“¡Traigan a Pence!, ¡Traigan a Pence!”, gritaba la multitud en referencia al entonces vicepresidente Mike Pence. “¡Cuelguen a Pence!”, continuaron gritando aquel 6 de enero de 2021 en que simpatizantes de Donald Trump, todavía presidente de Estados Unidos, atacaron la sede del Congreso federal. ¿El “pecado” de Pence? Continuar con la sesión en el Senado en la que se certificaría la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020.

En el hoy lejano 2016, Trump era visto con recelo por los miembros del Partido Republicano. Ante ese contexto, Trump tomó una decisión que no estuvo exenta de dudas: elegir a Mike Pence como su compañero de fórmula. Una decisión que, como casi en todas las ocasiones que un candidato a la presidencia elige a quien, de ganar, lo acompañará como vicepresidente, tiene objetivos muy específicos. Lograr la unidad del partido fue, entonces, una de las razones de más peso a favor de Pence. Recordemos que el exgobernador de Indiana no era de todas las simpatías de Trump.

Mike Pence trajo trambién a la campaña de Trump la capacidad y el reconocimiento en Washington. Un político avezado y negociador político le daría entonces a Trump la confianza de los sectores más reacios entre los republicanos. Y así ocurrió. Hasta que en 2021 Trump perdió la elección, incitó a sus seguidores a continuar el asalto al Capitolio y defendió a los que pedían la cabeza de Pence.

Para Donald Trump, Mike Pence fue una elección “conveniente”. Durante el reñido proceso electoral de 2016, Trump venía de tener casi todas las apuestas en su contra. Un hombre de negocios metido a político compitiendo contra Hillary Clinton, la poderosa secretaria de Estado y esposa del expresidente Bill Clinton y contra la figura del presidente en aquel entonces, el carismático Barack Obama.

Pero en este 2024, el escenario es completamente distinto. Trump es el candidato a vencer y, luego del atentado del sábado en el que resultó ileso, pareciera haberse convertido en un candidato invencible. Por lo tanto, decisiones como la selección de su compañero de fórmula, esta vez, pasan de largo el interés de unir a los republicanos, o de captar votos valiosos en Estados indecisos. No. Esta vez Trump ha elegido a J.D. Vance, quien, sin ningún remordimiento pasó de compararlo con Hitler a asegurar que, de haber ocupado él el lugar de Mike Pence en la vicepresidencia el 6 de enero de 2021, no habría permitido que se certificara la elección de 2020.

La confianza de Trump en su triunfo lo llevó a optar por la radicalización de su discurso. Vance es visto como un populista, racista y nacionalista que combina bien con la narrativa de Make America Great Again (Hagamos a Estados Unidos Grande Otra Vez) de Trump. Vance, senador por el Estado de Ohio, es una apuesta a la derecha de Trump que abraza el proteccionismo económico y el aislacionismo internacional. Vance, cabe señalar, ha declarado que Estados Unidos debería dejar de dar ayuda a Ucrania en su guerra contra la invasión rusa.

Vance es un hombre sin experiencia política más allá de la Senaduría que hoy tiene pero que es visto, desde el equipo de Trump, como capaz de atraer el voto de la clase trabajadora blanca en los estados más pobres de la Unión Americana, particularmente estados clave como Michigan o Pennsylvania. En resumen, a diferencia de Pence, Vance apoyará lealmente a Trump, aun en las más descabelladas de sus políticas domésticas e internacionales por igual.

Internacionalista. X: solange_

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