Según el diccionario Webster el fascismo es una filosofía política, un movimiento o régimen que “exalta a la nación y, a menudo, a la raza por encima del individuo y que defiende un gobierno autocrático centralizado encabezado por un líder dictatorial, una estricta reglamentación económica y social y la represión de la oposición”.
El fascismo nació en Italia y se convirtió en un régimen político en 1922 cuando Benito Mussolini se convirtió en Primer Ministro. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, se creyó que el fascismo (que fue inspiración del Nacional-Socialismo de Hitler) habría terminado. Sin embargo, esta ideología se transformó en producto de exportación que ha llegado incluso a nuestros días. En México, para nadie -ahora- es un secreto, que el presidente López Obrador tiene una cierta admiración por Mussolini. Baste recordar el exabrupto (ocurrido en, al menos, dos ocasiones) de mencionar la razón por la que el dictador italiano llevaba el nombre de Mussolini en honor a Benito Juárez .
Como movimiento ideológico y político, el fascismo tiene ciertos elementos en común que pueden distinguirse en los distintos Estados y épocas en los que se ha hecho presente. Algunos de ellos están presentes en el México de hoy y vale la pena ponerlos bajo la lupa.
El hiper-nacionalismo. Durante la dictadura de Mussolini, buena parte de su discurso propagandístico se basaba en una supuesta restauración de la grandeza del imperio romano. Los fascistas se ven a sí mismos como restauradores de grandezas pasadas que den identidad y unión al pueblo. La retórica nacionalista de López Obrador está atada a las culturas prehispánicas, a devolver a México (que en ese entonces no existía) la gloria que supuestamente tuvo previo a la llegada de los españoles.
Militarismo. En los regímenes fascistas se suele apreciar y ensalzar a los militares. Se les asocia con virtudes deseadas para toda la sociedad, como la honestidad, la disciplina, la entrega. Los regímenes fascistas suelen acudir a los militares para encontrar soluciones a problemas sociales y políticos.
El Inventario Nacional de lo Militarizado elaborado por el CIDE es un registro claro de todas las funciones, facultades y presupuesto que López Obrador ha puesto en manos del Ejército Mexicano en tareas que van más allá del uso de la fuerza para enfrentar al narcotráfico y que abiertamente se insertan en temas de índole completamente civil.
Propaganda y Supresión de la libertad de expresión. Para funcionar como régimen político, la narrativa del fascismo se sostiene sobre dos pilares muy importantes. La propaganda y la supresión de la libertad de expresión. La primera relacionada directamente con el culto a la personalidad y a la idea de que el líder (y su movimiento) son los únicos capaces de salvar a la nación. La identificación del líder con el pueblo y la nación contribuyen a forjar la idea de que un futuro brillante para la Nación sólo es posible con el líder al frente. Mussolini se veía a sí mismo y a su movimiento como la encarnación de ideas transformadoras.
La supresión de la libertad de expresión con Mussolini llegó oficialmente en 1929 (siete años después de haber llegado a poder) con el establecimiento de la Alta Comisión para la Prensa. Desde este espacio, se “motivaba” a los periodistas a servir a la Nación lo que implicaba, según Mussolini un “periodismo militante” que “contribuyera a la transformación” para el engrandecimiento de la Nación.
En días pasados, la bancada de Morena en el Senado hizo un pronunciamiento respaldando al presidente López Obrador y en la que resaltaron que éste “encarna a la Nación, a la Patria y al Pueblo”. Los exabruptos y abiertas violaciones a derechos constitucionales presentadas en vivo y en directo en la mañanera en la última semana ponen dejan abierta la puerta para sospechar que hay ideas preocupantes detrás del movimiento. Quizá no estemos -aún- frente a un régimen abiertamente fascista, pero de lo que no hay duda es de que el gobierno actual y su movimiento son una gran amenaza para México y para nuestra democracia.
