“Tú crees en el Todopoderoso y yo creo en el Todopoderoso. Por eso seremos grandes socios”. Estas fueron las palabras con las que el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush con un sonriente Colín Powell a su lado, recibía a Erdogan en un muy lejano diciembre de 2002.

Erdogan y su partido llegaban al poder luego de una crisis económica que puso en entredicho la capacidad de los militares y el régimen secular para sacar adelante al país. Los miedos iniciales de islamización fueron prácticamente erradicados con las primeras declaraciones de un Erdogan que había aprendido bien la lección luego de vivir la radicalización del líder de su partido Necmettin Erbakan al llegar al poder en 1996.

Durante los últimos 20 años, Erdogan se dedicó a construir un sistema pragmático que le permitiera mantenerse en el poder. Si bien es cierto que Erdogan ha usado el sistema para favorecerlo, también es verdad que por años tuvo el apoyo de una buena parte de la población.

El resultado del domingo pasado, donde obtuvo 49.5% de los votos contra 44.9% del opositor Kemal Kilicdaroglu, llevarán a Erdogan a una segunda vuelta electoral. Este resultado se explica principalmente, no en el desempeño de la oposición, sino en el mal manejo que su gobierno dio a la crisis desatada luego del terremoto de febrero pasado.

Esta es la primera vez en 20 años que Erdogan no gana en primera vuelta. Internacionalmente se suscitó un gran revuelo ante la posibilidad de que el opositor Kemal Kilicdaroglu pudiera arrebatarle el poder a Erdogan.

Sin embargo, hay razones para el escepticismo. No se tiran tan fácilmente 20 años en el poder. Con más de 88% de participación, los turcos no retiraron su apoyo a Erdogan. Por supuesto se tiene que considerar el uso de la maquinaria del Estado para forzar un voto en pro del oficialista Partido Justicia y Desarrollo (AKP) encabezado por Erdogan,. Es bien sabido que una participación numerosa de la población es capaz de solventar un fraude electoral precisamente porque la cantidad de votos independientes rebasa con creces lo que el gobierno es capaz de movilizar. No sucedió así el domingo.

Una primera razón es que la sociedad turca sigue siendo conservadora y nacionalista en una gran mayoría. Esa puede ser una de las principales razones por las cuales, a pesar de que una gran mayoría de turcos salieron a votar el pasado 15 de mayo no hubo la anunciada victoria que la oposición esperaba. Con Kilicdaroglu a la cabeza del Partido Popular Republicano (CHP) la oferta de secularización cuyo paradigma desde los años 80s ha sido la prohibición de uso del hijab en actividades públicas, cobró fuerza. Tarde se dieron cuenta de que sus posturas, mucho más liberales no estaban logrando la resonancia deseada en una población mayoritariamente musulmana sunita y poco antes de las elecciones abrieron la posibilidad de permitir a las mujeres utilizar el hijab.

Una gran cantidad de mujeres en Turquía ven el uso del velo como un derecho que, en su tiempo, defendió el propio Erdogan en las ya lejanas elecciones de 2003. Ante posturas radicales de secularización, una buena parte de la población que se declara 90% musulmana ha apoyado a Erdogan y su partido a lo largo de los años.

Tendrá además consigo la legitimidad de una segunda vuelta electoral y su mayoría parlamentaria. “Son ustedes un aliado estratégico y un amigo de Estados Unidos, y esperamos trabajar con ustedes para mantener la paz”. Cerraba Bush en aquel turbulento 2002, antes de saber que 20 años después, aquel carismático líder turco seguiría en el poder.

Si bien Erdogan no logró evitar la segunda vuelta, no podemos dejar de lado que ganó la elección con 4.6% de diferencia frente a su rival del CHP y que su partido tiene ya la mayoría parlamentaria. A esto se suma la debilidad de la oposición. Una oposición formada por un grupo variopinto de social-demócratas, progresistas, kurdos, nacionalistas cuya única idea en común y propuesta era sacar a Erdogan del poder. La derrota de esa oposición tendría mucho que enseñar a la oposición en países como México gobernados por nacional-populistas.

Erdogan acudirá a las urnas nuevamente el 28 de mayo y lo más seguro es que su populismo iliberal vuelva a imponerse.

Twitter: @solange_

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