En abril de 2022, los electores franceses le refrendaron su voto a Macron para un segundo mandato presidencial, sin embargo, pocos meses después la alegría se volvería sorpresa y la sorpresa se traduciría en parálisis parlamentaria. En junio, Renaissance, el central-liberal partido de Macron perdería la mayoría parlamentaria a expensas tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda.

A pesar de eso, el mandatario francés se ha mantenido como la figura más destacable de la política europea después del retiro en 2021 de la canciller alemana Ángela Merkel. Sin embargo, dos años después (y con tres aún por delante) su figura se ha desgastado, especialmente a nivel interno llegandoo a niveles de desaprobación de su gestión que llegan al 65%. Su gobierno ha visto disminuida su capacidad para aprobar legislación crítica pero muchas veces impopular.

A todo esto llegó a sumarse el desastroso resultado de las recientes elecciones al Parlamento Europeo o en que la extrama derecha, la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen obtuvo el 32% frente al 15% de las listas respaldadas por Macron. Razones, al parecer que terminaron por motivar la sorpresiva decisión de Macron de convocar nuevas elecciones para el parlamento francés.

En lo que parece un intento desesperado, Macron pareciera querer demostrar que la debacle de su partido fue causada por el abstencionismo, por la indiferencia y no porque los electores franceses realmente deseen ser gobernados por la extrema derecha. Sin embargo, la humillación frennte a la extrema derecha no ocurrió únicamente en Francia. Olaf Scholz en Alemania enfrenta hoy un escenario similar.

Cabría preguntarse entonces si, la convocatoria a elecciones anticipadas no fue un suicidio. Sin apoyo popular suficiente, Macron puede perder aún más escaños parlamentarios y se vería forzado a nombrar a un Primer Ministro de la oposición mayoritaria, muy probablmente de RN (en un escenario conocido como cohabitación). Esto hundiría el resto de su encargo (tres años aún) dejando en manos de la extrema derecha la toma de decisiones importante como el tema educativo, el laboral, impuestos, pensiones, inmigración, entre otros que le daríann al partido de Le Pen un posicionamiento inesperado rumbo a las elecciones del 2027.

Queda la posibilidad de que el próximo 30 de junio y 7 de Julio, el resultado mantenga un parlamento donde ningún partido tenga mayoría absoluta. En el complejo sistema político francés, un caso así sería básicamente mantener el estaus actual que es disfuncional. El presidente francés tendría que buscar formar una coalición y nombrar a un Primer Ministro que le permita gobernar. Se antoja difícil, particularmente porque, aún sin mayoría absoluta parecería claro que la extrema derecha podría tener mayoría con que seguir obstaculizando los próximos 3 años.

Macron no tenía más opciones que arriesgarse. “Picar la cresta” de los votantes franceses y apelar a la defensa de los valores democráticos frente al peligro que signnifica apoyar posturas antieuropeas y autoritarias. El problema es quizá que hoy, la popularidad de la extrema derecha parece demostrar que esos valores podrían haber dejado de ser valores universales. La apuesta de Macron puede terminar por ser disfuncional. En un mundo donde la polarización ha Pasado de ser una palabra de moda a un modo de vida, las posturas ideológicas extramistas parecen gozar de cabal salud.

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