El próximo domingo, los mexicanos acudiremos a las urnas para decidir quién será la primera mujer presidenta de México. En la boleta no solo elegiremos un nombre, sino también entre dos visiones distintas para el futuro de la política exterior de nuestro país.

Con Claudia Sheinbaum enfrentaríamos la continuidad de un enfoque nacionalista, centrado en usar la política exterior como una extensión de la política interior. Este enfoque se ha distanciado de las democracias globales y se ha acercado peligrosamente a regímenes autoritarios en América Latina. Además, implica una política exterior renuente a rendir cuentas sobre transparencia, retroceso democrático y derechos humanos fundamentales como la libertad de prensa y expresión. Ejemplo reciente es la reciente crítica internacional sobre la militarización en el país y el predominio del crimen organizado en gran parte del país.

Con Xóchitl Gálvez estaríamos ante una visión más asertiva frente a los desafíos mundiales, que priorizaría la diplomacia para resolver los conflictos. Buscaría evitar crisis que han terminado, por primera vez, en crisis diplomáticas como las ocurridas en este sexenio con Ecuador, Perú, Argentina, Bolivia, Colombia o El Salvador. La candidata de la oposición también busca fomentar mayor inversión mediante políticas que aumenten la competitividad del país y retomar el papel global de México, incluyendo una mayor presencia en foros internacionales, una presencia que ha disminuido debido a la reticencia de López Obrador para viajar. Este enfoque podría fortalecer relaciones no solo con Estados Unidos, sino también con la Unión Europea  diversificando las alianzas estratégicas de México.

Cinco meses después de nuestra elección, Estados Unidos decidirá si mantiene a Joe Biden en la Casa Blanca o si regresa Donald Trump como al parecer sucederá según indican las encuestas. Con Sheinbaum, se daría continuidad a la política migratoria iniciada con López Obrador, convirtiendo a México en un tercer país seguro. Tal relación, como se recordará, cambió al llegar Joe Biden al poder, cuando comenzó la extorsión migratoria de México hacia Estados Unidos, permitiendo al gobierno mexicano ignorar disputas comerciales bajo el TMEC y acercarse a regímenes autoritarios de la izquierda latinoamericana. De ganar Sheinbaum podría seguir el curso de la relación que tuvo AMLO con Trump en 2018-2020, mientras que con Gálvez la relación podría volverse más tensa al negarse México a ser un tercer país seguro y a continuar utilizando la Guardia Nacional como policía fronteriza. Además, el estilo misógino de Trump podría dificultar las conversaciones entre él y cualquiera de las dos candidatas que aspiran a la presidencia en México. Las tensiones podrían escalar, afectando áreas críticas de cooperación bilateral. Aunque Xóchitl cuenta con un mejor equipo para ayudarla a hacer frente a una posible crisis como esa.

El domingo, México decidirá por la continuidad de una fallida política exterior o si tomará el riesgo de cambiar esta visión con la promesa de mejorar lo que hoy tiene. Esta elección no solo define el liderazgo interno, sino también el posicionamiento de México en el escenario global.

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