Evo Morales
ansiaba volver y la fotografía de su regreso parece convincente. Miles de personas lo recibieron con vítores, banderolas y gritos en Chimoré en la provincia de Chapare, la región cocalera que lo lanzó a la vida política y que se benefició de su política de despenalización del cultivo de hoja de coca .
A un año de haber salido del país luego de las protestas por fraude electoral, Evo parece volver a la vida. Ante los miles de seguidores, su sonrisa y seguridad hacen creer que volvió para tomar, una vez más, las riendas del país y continuar con su mandato como lo había dejado.
Pero digo “parece” a propósito. Los miles de seguidores se reducen a ciertas provincias y municipios del país. El apoyo que tenía Evo se ha reducido a pesar del triunfo del MAS en las elecciones de octubre pasado, elecciones que ganó Luis Arce con un discurso más centralizado en política y más de derecha en lo económico. Luis Arce, el antiguo Ministro de Economía y Finanzas Públicas durante los mandatos de Evo, es ahora el presidente y ha dado claros mensajes de su distanciamiento con el carismático líder.
Unos días después de su triunfo, Arce dejó claro que Evo no ocuparía un cargo en su administración. En aquellos días incluso se barajó la posibilidad de retrasar su regreso de Argentina hasta que el nuevo gobierno ya estuviera encarrilado. Eso, por lo visto, no fue posible. Arce dio un paso aún más lejos de Evo al nombrar un gabinete en el que no aparece un sólo integrante del último gabinete de Morales y si muchos integrantes del propio equipo del ex Ministro de Economía. Un gabinete que poco tiene de socialista y si mucho de tecnocracia.
El nuevo presidente de Bolivia y su gabinete enfrentarán, a diferencia de lo ocurrido en años anteriores, una época de vacas flacas, en medio de una pandemia y una crisis económica sin precedentes. El reto será mayúsculo y Arce está dejando ver que en sus cartas, el socialismo pintará poco.
En su toma de protesta Arce dejó claro que no habrá persecución política para los integrantes del gobierno de Jeanine Añez, Presidenta en Funciones luego de la renuncia y exilio de Morales en Argentina. Por el contrario, aseguró que busca la unidad y la paz. Todo ello, lo dijo Arce, ante la ausencia de Evo en su toma de protesta. Morales no fue invitado, más aún, Arce no mencionó su nombre ni se refirió a él durante su discurso de toma de protesta.
Arce sabe que debe su triunfo al voto de millones de personas que vieron en él una oportunidad para terminar con la corrupción del gobierno derechista de Añez sin que ello significara volver a Evo Morales. Y al parecer tiene toda la intención de cumplir. Sin embargo, Evo no se quedará de brazos cruzados tan fácilmente. Sabe el carisma que tiene y la capacidad de movilización que posee. A diferencia de Arce, Evo es un político que sabe recorrer las calles y hablar con la gente. Dejarlo fuera del gobierno puede tener casi tantas implicaciones negativas como tenerlo dentro. Morales no se dejará vencer tan fácilmente en lo que considera es su movimiento, su presidencia y su país.
Frente a ese escenario, Arce tendría que repensar dónde quiere tener a Evo, cerca de él en la presidencia o alborotando a la gente en las calles. Valdría la pena tal vez recordar aquel dicho que reza que a los amigos hay que tenerlos cerca y a los enemigos hay que tenerlos todavía más cerca.