Al grito de “¡Libertad! ¡Libertad!”, con celulares prendidos, globos y pelotas botando entre los asistentes y música a todo volumen, el cierre de campaña de Javier Milei emulaba más un concierto que a un evento político. Pero detrás de la euforia, se esconde una realidad que podría cambiar radicalmente el rumbo de Argentina.
Milei, abierto admirador de Donald Trump y quien no teme hacer declaraciones escandalosas para llamar la atención, sigue ganando terreno en la política argentina. Tras ganar las elecciones primarias, y aun con un desempeño mediocre en los debates, se encuentra en una posición privilegiada para alcanzar la presidencia. Su argumento principal es que el modelo económico intervencionista y asistencialista de Argentina ha fracasado. Y tiene razón.
Con una inflación anual superando el 120%, niveles de pobreza que han superado el 40% en el país de acuerdo con los últimos datos dados a conocer por el gobierno, y con una recesión en el horizonte, la sexta en apenas una década, no es sorprendente que los votantes estén descontentos. Pero, ¿es Milei la solución?
Para una mayoría de jóvenes argentinos que nacieron y crecieron bajo la perenne crisis kirchnerista, parece ser que sí. Sus tácticas parecen atraer a su base joven y predominantemente masculina. Según una encuesta, el 60% de los jóvenes entre 18 y 25 años tienen una opinión favorable de Milei. En un giro extraño de las cosas, los jóvenes argentinos se alejan de la izquierda y miran a la derecha como la propuesta que puede darles las oportunidades que las eternas crisis económicas les han arrebatado.
Milei camina entre la multitud mientras la gente intenta acercarse a él, tomarse fotos y tocarlo, mientras los asistentes, que más parecen sus fanáticos, corean “Tiene miedo. La casta tiene miedo” y “Viva la Libertad Carajo”.
A pesar de su carisma y su habilidad para movilizar a las masas, especialmente a los jóvenes que lo ven como una estrella de rock, hay preocupaciones legítimas sobre su capacidad para liderar. Si bien es cierto que la situación de Argentina es delicada, votar por un candidato de extrema derecha como Milei podría ser un error grave.
Este Maestro de Economía, que en 2019 acudía a una convención de anime disfrazado de "General Ancap", un líder de un país ficticio donde nadie paga impuestos, podría ganar en las elecciones presidenciales del domingo próximo.
Ahora, está a punto de liderar un país real y es difícil predecir qué tipo de líder será. Aunque se presenta como un académico desaliñado en entrevistas, en sus eventos de campaña se transforma en una estrella de rock, cantando y saltando frenéticamente en el escenario.
De ganar, Milei sería el primer presidente libertario de Argentina, con todo lo que eso puede implicar. Sus estrambóticas propuestas económicas y de recortes al gobierno, hacen juego con su personalidad exótica e incluso agresiva según sus críticos quienes incluso temen por sus instintos autoritarios. Milei se sumaría, desde la derecha extrema, al listado de demagogos populistas que han alcanzado el poder en distintas partes del mundo.
A pesar de su popularidad, es probable que Milei tenga que enfrentar una segunda vuelta el próximo domingo. Sus posibilidades de romper la barrera de 45% son limitadas lo que lo pondría enseguida en la segunda vuelta donde tendría muchas posibilidades de llegar en primer lugar.
Puede ser que muchos en Argentina piensen que no puede estar peor que hoy, pero quizá sí. Es esencial que los votantes consideren las implicaciones de tener a un presidente populista libertario al mando.
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