El día de ayer no solamente se festejó la independencia de México. A nivel mundial es el Día Internacional de la Democracia, un día para revisar el estado de la Democracia en el mundo, y vaya que hace falta.
La democracia, aunque nos parezca sorprendente hoy, es un sistema político, relativamente moderno. Históricamente las autocracias han sido mucho más longevas y han predominado en un mayor número de países. En los países europeos, por ejemplo, permanecieron hasta bien entrado el siglo XIX. Por ello, puede ser quizá, que en ciertos países la democracia sea vista aún con recelo mientras que los regímenes autoritarios siguen siendo vistos como algo “normal”.
En las últimas décadas, sin embargo, la democracia evolucionó al punto de convertirse en el sistema político predominante y el que mantiene la reputación de ser el mejor sistema posible (o, dirán algunos, el menos malo). Un sistema que garantiza que el poder lo detente aquel que los ciudadanos han elegido y lo ejerza en su nombre y para cumplir con un objetivo (telos) siempre en beneficio de la ciudadanía. Es un sistema que pone la libertad y los derechos ciudadanos a la cabeza de las prioridades del poder.
Con todo, el sistema es imperfecto (como cualquier creación humana). Tiene falencias y sus debilidades, hoy por hoy, se están convirtiendo en su talón de Aquiles. La caída de diversas democracias en el mundo da cuenta de ello. El arribo al poder de populistas, autoritarios, dictadores y sus aprendices, es un fenómeno común de ver en nuestros tiempos.
Daniel Ortega, en Nicaragua; Donald Trump, en Estados Unidos; Erdogan en Turquía, Víctor Orbán en Hungría; Cuba, Venezuela, China, son solo ejemplos que dan cuenta del cambio que estamos viviendo en el mundo. Países como Estados Unidos, donde la democracia solía tener una gran aprobación, hoy da muestras de contar con una población que poco a poco ha ido incrementando sus niveles de insatisfacción con la democracia o que abiertamente consideran que su país no es democrático.
El Índice Mundial de Percepción sobre la Democracia 2021, señala que una gran mayoría de las personas, el 81%, sigue pensando que la democracia es importante, sin embargo, sólo el 50% considera que su país es democrático. Los gobiernos están fallando en dar resultados a los ciudadanos; están muy por debajo de sus expectativas y eso redunda en la fortaleza de la democracia en sus respectivos países. Latinoamérica continúa siendo la región con el mayor índice de insatisfacción con la democracia.
La pandemia del Covid está teniendo también efectos negativos en la percepción sobre la democracia. Los ciudadanos no están satisfechos con la actuación de sus gobiernos y eso ha redundado en una menor credibilidad en la democracia, pasando de 70% en marzo de 2020 a 51% un año después.
El reto más grande que señalan los ciudadanos de todo el mundo es la enorme desigualdad económica. Más que los límites a sus derechos y libertades individuales o al abuso de poder (local o extranjero), los ciudadanos del mundo, consideran que la democracia debería coadyuvar a resolver los problemas económicos y por ello, su mayor preocupación es precisamente la desigualdad y que el gobierno actúe favoreciendo a grupos minoritarios.
Esta es la causa principal del arribo de regímenes populistas y autocráticos en el mundo. Mientras la mayor preocupación ciudadana siga sin ser atendida adecuadamente, la democracia continuará perdiendo credibilidad y el discurso fácil del populismo tendrá cada vez mayor cabida. Al tiempo.