El miércoles pasado, el presidente López Obrador dijo en su conferencia matutina que “los ingresos tributarios aumentaron en un 8.8% en lo que va del 2021”, celebrando la capacidad de esta administración federal de aumentar la recaudación. No es menor que en 2020, año de confinamientos y crisis económica , los ingresos del gobierno provenientes de los impuestos hayan aumentado en 0.8%, sobre todo cuando los ingresos del gobierno provienen mayoritariamente del pago de los contribuyentes. Tampoco es menor que la noticia se dé antes del cierre del mes, puesto que aún no se contabilizan los ingresos de la segunda quincena de mayo.

Sin embargo, hay que matizar la noticia porque el incremento en la recaudación entre enero y la primera quincena de mayo, tiene varios asegunes. El primero es que los ingresos tributarios que se deben comparar con el plan de recaudación, establecido por Hacienda a partir de las metas de la Ley de Ingresos de la Federación (LIF) 2021. En este caso, la recaudación fue 2.8% mayor que la meta del primer trimestre 2021; una cifra que contrasta con el 8.8% mencionado por el presidente y que es un dato que deslumbra más. Pero aún asumiendo que en la segunda quincena de mayo se recaude poco, Hacienda necesitará recaudar alrededor de 250 mil millones de pesos en junio para que en el semestre se ingrese la mitad de la meta del año según la LIF,–monto mayor a los 213 mil millones ingresados por la vía tributaria en la primera quincena de mayo--. Es decir, se superó la meta del primer trimestre, pero aún no sabemos si llegaremos a la meta del semestre.

En segundo término, la comparación del incremento en mayo contra el mismo mes en 2020 es engañosa porque el año pasado estábamos confinados y los ingresos de empresas, hogares y gobierno eran mucho menores a los de este año. Me explico, 2021 está siendo un año de rebote y recuperación económica, mientras que la primera mitad de 2020 fue de profunda contracción y crisis. La comparación adecuada consiste en revisar la recaudación de 2020 respecto a 2019, para después comparar el aumento en la recaudación en los primeros meses de 2021. En ese sentido, los ingresos tributarios en el quinto mes de 2020 fueron 14.3% menores a lo recaudado en el mismo mes de 2019, pero concedo que el incremento en la recaudación de mayo de 2021 es 3.7 veces mayor que la de 2019 y 4.3 veces mayor que la de mayo de 2020. Nada mal.

Sin embargo, la improvisada noticia de una mayor recaudación a mitad de mes parece más una forma de desviar la atención de los datos de pobreza e informalidad que desde el cierre de 2020 auguran una recuperación lenta, desigualadora y parcial. La organización México, ¿cómo vamos? publicó recientemente un estudio en el que se documentan las afectaciones al mercado laboral femenino (autoría de Eva Arceo y Katia Guzmán ) debido a la sobrerrepresentación de mujeres en los sectores económicos más afectados por los confinamientos –comercios, restaurantes, servicios de alojamiento y servicios diversos, incluyendo el trabajo del hogar remunerado--, pero también por la alta tasa de informalidad laboral que persiste y se incrementa. La actualización de los datos del INEGI y Coneval presentados el lunes y martes pasados reconfirmaron lo evidente: la pobreza y la informalidad laboral tienen rostro de mujer, sobre todo si es madre y es joven. De esto debió versar la conferencia matutina el miércoles, puesto que las cifras de recaudación del mes de mayo serán noticia en los primeros días de junio.

Hoy hay 5.3 millones de personas más en pobreza laboral que antes de la pandemia, y por cada hombre en pobreza laboral en México, hay 1.2 mujeres en la misma situación. La recuperación del mercado laboral ocurre a partir de la presencia de más empleos informales, lo cual constituye un riesgo de empobrecimiento de largo plazo de más de la mitad de la población. Se trata es que la recuperación se construya sobre la base de un mercado laboral más justo, y no esperar a que las cosas regresen por su propia inercia a los problemas previos, como son una población ampliamente empleada pero sin prestaciones ni seguridad social, en ausencia de guarderías y escuelas de tiempo para las y los hijos de trabajadoras y trabajadores, y sin el riesgo permanente de que cualquier choque económico se traduzca en mayor pobreza.

Regresando al anuncio que hiciera el presidente de una mayor recaudación en los primeros meses del año, es importantísimo que no perdamos el foco: México necesita una reforma fiscal de gran calado pronto. El país cuenta actualmente con un espacio fiscal muy pequeño, tal como se hizo patente en los meses más duros de la pandemia. Cada año, además, el gasto en pensiones irá aumentando --somos una población en proceso de envejecimiento, sin mencionar que el presidente anunció en marzo pasado el incremento de transferencias para más adultos mayores--, por lo que en ausencia de una reforma fiscal, los recursos disponibles para salud, educación, infraestructura y seguridad serán cada vez menores.

Hay que reconocer el incremento en la recaudación, pero también hay que tener cuidado en no perder de vista las prioridades y tener claro cuánto dinero necesitamos ingresar por la vía tributaria para que alcance. A veces vale la pena detenerse a discutir sobre lo que no ha salido bien –sobre todo si se trata de 50 millones de mexicanas y mexicanos en pobreza laboral--, en vez de celebrar victorias todavía en ciernes.



Sofía Ramírez Aguilar, directora de México, ¿cómo vamos?
@Sofia_RamirezA

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