Dediqué mi anterior columna al papel de la Oratoria en Colima.
Esta ocasión, lo dedico a nivel nacional, tras el crisol del certamen más importante del país “México Tiene la Palabra”.
Este concurso surgió en 1926, como una audaz iniciativa del licenciado Miguel Lanz Duret, entonces director del periódico nacional “El Universal”. La convocatoria fue parte de una organización internacional de Concursos de Oratoria, liderada por la cadena estadounidense de periódicos de Randolph Leigh.
Así, tal año hubo certámenes en Estados Unidos, Canadá, México, Inglaterra, Francia, entre otros. Los campeones nacionales acudieron después a Estados Unidos, para debatirse el título internacional. El primer lugar fue para Estados Unidos, y el segundo para México, representado por José Muñoz Cota.
Los albores del certamen pueden seguirse muy de cerca a través del libro “El Verbo de la Juventud Mexicana” de Guillermo Tardiff, quien con exactitud y belleza literaria relató los primeros concursos, incluyendo magníficas disertaciones de los cultos y aguerridos campeones.
Volviendo a 2020, el concurso “México Tiene la Palabra” probó una vez más la proeza que significa participar en tal contienda. Además de oratoria, los participantes deben prepararse para debate, discurso escrito y conferencia. Y a partir de este año, también en demostrar que sus palabras tienen respaldo de acción, es decir, de activismo social.
Por lo tanto, el certamen coadyuva a la formación de comunicadores, escritores, y de ciudadanos comprometidos. Coadyuva a la formación e incremento de la vida intelectual, capaz de brindar a nuestro país un mejor desarrollo.
Para quienes hemos competido en “México Tiene la Palabra”, antes “El Universal”, el concurso ha sido motivo de grandes amistades y sublimes sentimientos. Pero sobre todo, motivo de forjamiento de ideales y superación diaria. Y a eso aspira todo ser humano: a superarse; a trascender.
Quienes creen en él, dejan un legado incalculable. No queda más que repetir, incansablemente, “Gracias”.
Gracias al Instituto Global de Comunicación y Expresión Pública, su organizador directo; al Gobierno del Estado de Tlaxcala, por haber sido anfitrión este año; a los organizadores de las fases estatales, y a cada uno de los colaboradores en Producción.
Gracias a los 32 representantes estatales que, tras dejarlo todo en su preparación, nos dotaron de una enorme lección de energía, ideales y profesionalismo. Gracias por contribuir a la inspiración de todos los que formamos parte de su público, y que ahora somos sus admiradores.
Felicidades a Rodrigo Aranda, de Guanajuato, Mención Honorífica de la justa; a José Rubén Galicia Becerra de Querétaro, Tercer Lugar de la contienda; al Segundo Lugar, Salvador Guadalupe Ramírez López, de Aguascalientes. Y al indiscutible Campeón Nacional, René Cardona Picón, de Baja California.
Los 32 participantes son ya referentes sociales, e inciden ya, directamente, en la mejora de nuestro país. Es un privilegio crecer gracias y al lado de ustedes.
Esperamos que cada año sean más, y que los jóvenes que desean ser parte de esta meta y sueño, a partir de ahora lo cultiven. Largo es el camino: triunfo y honra es recorrerlo.
Para concluir, recordemos el “Decálogo del Orador joven”, del ilustre primer campeón del Concurso, José Muñoz Cota Ibáñez:
1.- Hablar en público y hablar bien es un privilegio, pero al mismo tiempo es una responsabilidad.
2.- El orador señala caminos; tiene el compromiso de no equivocarse.
3.- Que no hable quien no sepa lo que dice. La cultura universal no es un instrumento para el éxito del discurso; es el alma de la palabra. La tribuna no es asilo para la ignorancia.
4.- El artesano hábil cuida su herramienta de trabajo; el orador estudia y pule su lenguaje, abreva en el modelo de los grandes maestros.
5.- Todo fondo implica forma, no hay discrepancia, la verdad no está reñida con la belleza. Persuadir y convencer son tiempos unidos de estilos discursivos.
6.- Los enemigos de la oratoria son los tartamudos de la conciencia. Pensar y expresarse son parte de la vida indivisible y única.
7.- Tarde o temprano el orador habla en nombre de la patria y se transforma en guía, orientador, en maestro.
8.- La conciencia nacionalista se manifiesta mediante la expresión. Conciencia y expresión son ejercicio vital.
9.- La oratoria de los jóvenes es el espejo de su personalidad, no se empaña ni se vende.
10.- No subas a la tribuna sin una causa justa que defender, no bajes de ellas sin la incertidumbre de la dignidad cumplida. Con esto sabrás, joven orador, lo que entraña el valor de la propia estimación: que la palabra nace comprometida con el pueblo y la clase social a que se pertenece.
Es un don magnífico; pero es una obligación impostergable.
Es un don magnífico, y con él creceremos.
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