No, mujeres, la agresión no me representa. No estoy de acuerdo con la forma en que muchas (no digo todas) tratan de reivindicarse, de exigir justicia. No encuentro argumentos válidos para justificar los destrozos recién cometidos para conseguir seguridad y respeto para el sexo femenino.
Debemos tener cuidado con las redes sociales, porque suelen inundarse de falacias para acreditar el vandalismo. Por ejemplo, los siguientes casos.
Hay publicaciones que comparan este acto con el derribe del Muro de Berlín, cuestionándose por qué el destrozo de dicho Muro no causó ninguna polémica. Debemos entender que esa pared debía aniquilarse, porque había sido construida para separar pueblos, para exaltar claramente el odio y la intolerancia. Los monumentos históricos y la infraestructura que fue dañada en México no tiene nada que ver con un símbolo de dicha naturaleza.
Otros memes justifican este movimiento relacionándolo con la Guerra de Independencia de México, sin considerar que ésa fue una rebelión desorganizada y lamentable, precisamente por la violencia de la cual fue protagonista. Los primeros años de México independiente se vivieron entre el caos, debido a la tradición de guerra, violencia y desacuerdo legal que imperaba.
He visto, también, posts comparando la agresión empleada en CDMX, con la que usaron algunas feministas para conseguir el voto para la mujer. Aquí hay al menos dos contradicciones tajantes. En primer lugar: ¿Qué pruebas existen para afirmar que fue por la violencia empleada que la mujer logró votar? La Historia es multicausal. Quiere decir, que en ella juegan causas sociales, políticas, económicas, temporales, etc., sin limitarse sólo a una. El voto a la mujer fue conseguido por la conjugación de todos estos factores, no por el uso de la fuerza y destrucción.
Además, no hay punto de comparación entre la causa del sufragio femenino, a lo que se reclama en este caso específico. Que la mujer no pudiera votar era algo inconcebible para la lógica: una prueba irrefutable de desigualdad política. Sin embargo, la violencia es una situación muy amplia y ambigua, que no afecta únicamente a mujeres, sino a todos.
Es falso que las mujeres seamos el único (ni el principal) blanco de violencia e inseguridad. De hecho, el INEGI reveló que el año pasado hubo 32,141 homicidios del sexo masculino, y 3,663 del femenino; las mujeres representaron alrededor del 10% de las defunciones por homicidios. Otra detestable violencia sufren los niños en situación de calle y de explotación sexual; y la misma cruenta inseguridad padecen los adultos mayores abandonados. Justo la semana pasada, un hombre de 70 años en Tijuana dio testimonio del maltrato que se vive en los asilos de ancianos, en donde los humillan, castigan y dejan morir.
¿Quién dice algo por ellos? ¿Quién va a reivindicarlos? No se trata de que surjan manifestaciones aquí y allá para reclamar seguridad para cada grupo vulnerable específico, sino que se exija justicia y trato humano para todos.
Y ahora, la cuestión crucial de las leyes. Nuestros derechos terminan cuando comienzan los de los demás. México progresará cuando tenga instituciones fuertes, capaces de poner orden legal e imparcial en todo momento, sin que nadie pueda hacer justicia por su propia mano. Para conseguirlo, debemos unir esfuerzos y ejemplos.
Se dirá que estoy en contra del feminismo, y sin duda, es fácil y cómodo afirmarlo. Pero no es así: yo concibo al feminismo como el empoderamiento de la mujer, es decir, que la mujer sea capaz de decidir por sí misma, y que viva en igualdad de derechos y oportunidades. Con cada alumna, con cada amiga, y sobre todo, conmigo misma, lucho por conseguirlo día con día. Pero lo hago, como muchos, con un medio muy distinto al estruendo y a lo políticamente correcto; es decir, mediante el esfuerzo y preparación en las áreas de mi interés, para poder aportar en ellas de la manera más profesional posible.
Me considero orgullosamente empoderada, porque no me creo víctima de nadie, y porque todo lo que he conseguido, ha sido por mi disciplina, principios y decisiones reflexionadas. Busco que mis acciones puedan ayudar mucho más allá de mi esfera personal. Busco un mejor mundo, una vida pacífica y dichosa, y lo busco sin detenerme en géneros, sino sabiendo que todos somos parte de la gran familia humana.
Maestra de primaria en escuela pública. Licenciada en Educación Primaria por el Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima (ISENCO).