El artículo 31 de la Constitución Mexicana señala que es obligación de los mexicanos:
“Ser responsables de que sus hijas, hijos o pupilos menores de dieciocho años concurran a las escuelas, para recibir la educación obligatoria y, en su caso, reciban la militar, en los términos que establezca la ley, así como participar en su proceso educativo, al revisar su progreso y desempeño, velando siempre por su bienestar y desarrollo”.
El involucramiento de las familias en las escuelas levanta extensos debates. Una de las principales demandas de los docentes es que los padres y madres de familia se comprometan en la Educación de sus hijos. Se piensa que varios de ellos colaboran poco, que no cimientan los valores en casa, y que por tanto, retrasan el proceso educativo.
No obstante, se requiere de su permanente colaboración para alcanzar la Excelencia anhelada. Numerosas investigaciones, incluidas las de Anthony Bryk, director de la Fundación Carnegie para el Avance de la Enseñanza, apuntan que de los tantos factores en el éxito educativo, el compromiso del contexto familiar es el más influyente.
¿Qué solución encontrar?
Podríamos imaginarla en la palabra “Obligación” . Si los padres de familia son coaccionados, van a actuar. No obstante, la evidencia científica rechaza este camino.
El estudio El impacto de las conexiones de la escuela, la familia y la comunidad en el rendimiento estudiantil (2002) demostró que todos los padres se preocupan por sus hijos, y por lo tanto, todos quisieran ayudar, pero muchos de ellos no saben cómo hacerlo. Más que escuchar qué están haciendo mal, los padres y madres necesitan saber qué más pueden hacer, con pautas específicas de mejora, y buena dosis de comprensión y ayuda.
Esto tiene lógica: ¿Quién quisiera ver el fracaso de sus hijos? Nadie, pero la realidad social mantiene a muchísimas familias en la pobreza, y a muchísimas otras ausentes por el trabajo, o también por la tecnología. No es lo deseable, pero sí lo existente, y las Escuelas deben luchar para abatirlo.
Es fácil agobiarse, pero el apuro termina con la decisión de cambiar de perspectiva. Los estudios del Proyecto de Investigación Familiar de Harvard (2019) demuestran que los padres de familia perciben la empatía y compromiso del profesor por involucrarlos, aunque el docente cometa errores en la manera de hacerlo. En otras palabras: si los maestros se involucran con sincera intención y disposición, los padres lo notarán, y también lo harán.
En lo respectivo a las autoridades educativas, deben poner más atención en este punto medular. Falta incluir formación inicial y continua para que el profesorado sepa cómo enfrentarlo. Entre otras acciones, falta una asignatura específica en las Escuelas Formadoras de Docentes, y talleres para padres de familia en las escuelas con mayor necesidad.
Intentemos reemplazar la Obligación con la palabra “Empatía”. No es bastante utópica. Pensemos de esta manera: a todos nos gusta que nos comprendan. Todos trabajamos mejor apalancados por la Motivación . Eso mismo puede con esta problemática específica.
La motivación , tan necesaria en los niños y jóvenes para que aprendan, también requiere encenderse en los padres de familia, quienes deben ser permanentes aliados en el proceso educativo.
Maestra de primaria en escuela pública. Licenciada en Educación Primaria por el Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima (ISENCO). sofiglarios@hotmail.com