“Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca”, dice el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas. Y cobra vigencia ahora en la Nueva Normalidad y en la manera en la que debe ejercerse la gestión empresarial.

No se trata de una tarea improvisada e intuitiva, sino funcional y al mismo tiempo altamente humanitaria.

En la fase de reingreso y recuperación de la crisis de la pandemia, es posible involucrar y fortalecer las conexiones generales con los colaboradores. Esto al reconocer y abordar las emociones humanas fundamentales del dolor, la pérdida y la ansiedad. Se trata de una labor esencial para reconstruir la salud de la organización, la productividad y la retención de talento.

Además de avanzar en los cambios estratégicos, los líderes necesitan ayudar a las fuerzas de trabajo a creer en el futuro. Y el reto actual es pasar de la pérdida a la renovación. En general, el liderazgo en la nueva normalidad requiere una alta dosis de empatía. Es decir, una “gestión del corazón”.

En ella la sensibilidad tiene un papel fundamental. No puede generarse una causa sin reconocer antes la posición mental y emocional de cada uno de los miembros del equipo. Así, conviene conversar periódicamente a los equipos para detectar preocupaciones prácticas. Siempre que sea posible, poner límites a la incertidumbre, ofrecer información sobre aspectos diversos, solicitar comentarios de todas las partes interesadas de forma periódica y aclarar dudas.

Abordar las emociones directamente es otra tarea esencial. Los líderes necesitan cultivar conversaciones abiertas y compasivas sobre lo que se perdió en la pandemia. Debe validarse que hay un impacto emocional y que puede ser un tema de discusión en el lugar de trabajo. Aunque estas conversaciones pueden parecer incómodas o innecesarias, ayudan a fortalecer los lazos con los equipos, que aprecian la apertura de los líderes.

Liderar conversaciones sobre el impacto emocional, normalizar las preocupaciones emocionales de los colaboradores en todos los niveles y celebrar y reforzar los valores que representa la empresa, son acciones recomendables para abordar las emociones. Una acción esencial es honrar a quienes fallecieron o enfermaron en la pandemia, quienes estuvieron en primera línea durante la crisis y quienes mantuvieron la organización en movimiento.

En algunos casos, también será apropiado honrar a los clientes, socios, proveedores y clientes que pueden haber muerto o servido en las primeras líneas de la crisis. Los líderes son importantes fuentes de resiliencia para su equipo y también factores importantes en el crecimiento postcrisis.

En este proceso de sanación, es recomendable generar rituales para mejorar la transición, ya que crean una sensación de familiaridad y tranquilidad y permiten navegar por la pérdida y celebrar eventos alegres en nuestras vidas. Las personas a menudo recurren a ellos porque también logran reducir el estrés.

Los nuevos rituales, junto con los valores de la empresa y un renovado sentido de propósito, pueden servir como pilares de seguridad psicológica y normalidad.

Es conveniente, finalmente, que la comunicación se centre en el bienestar de los colaboradores en lugar de focalizar el “regreso al trabajo”. La clave, finalmente, es gestionar con el corazón.

Investigadora de liderazgo.

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