La afectación biológica durante una pandemia no es todo el problema. Existen repercusiones económicas pero también afectaciones emocionales y éstas pueden prolongarse por mucho tiempo, incluso cuando médicamente ya esté controlado un virus.
El contagio emocional es la transferencia de estados de ánimo y sentimientos de una persona a otra. Ocurre todo el tiempo en un nivel micro y generalmente es inofensivo, como un bebé que le devuelve la sonrisa a un adulto sonriente o un bostezo que se extiende de una persona a otra en la habitación. Pero a nivel macro, el contagio emocional puede ser peligroso porque puede interferir con la toma de decisiones lógicas y sensatas.
Este contagio emocional puede conducir a un aumento de preocupación, ansiedad y miedo, lo que nos volverá muy rígidos en nuestra toma de decisiones. Al mismo tiempo se pierden capacidades como creatividad y análisis. Es decir, somos propensos a tomar las peores decisiones.
Vale remarcar que si un líder se contagia de estas emociones negativas repercutirá en acciones que afecten a diferentes comunidades y familias. La “vacuna” contra esto es estar consciente de la pandemia emocional.
Uno de los aspectos más intrigantes del contagio emocional es la falta de conciencia al respecto. Las personas no se dan cuenta de la influencia social que tienen o de cómo puede afectarlas. Inclusive, las afectaciones emocionales generarán más víctimas porque las personas ni siquiera tienen que estar en contacto físico entre sí para difundir sus sentimientos. Las emociones se transmiten fácilmente a través de las redes sociales.
El peligro en las pandemias son las “cámaras de eco”, donde los individuos solo se exponen a información en línea con la que están de acuerdo y no tienen en cuenta otros puntos de vista.
¿Qué pueden hacer los líderes empresariales para evitar el contagio emocional en sus organizaciones?
1. Consciencia. Comprender que existe un contagio emocional es el primer paso para manejarlo. La conciencia hace que el proceso sea menos automático, lo que ayuda a resistirlo. Conviene poner los sentimientos en pausa para un autoexamen.
2. Reducir la retroalimentación. Persuadir a que las personas limiten la cantidad de comentarios que dejan en sus vidas, especialmente de fuentes no expertas.
3. No ignorar el problema, pero ser decidido. Mantenerse alertas y decididos tanto en las palabras como en acciones. Mantenerse informado por expertos y vigilar la propia conversación informal que se sostiene con otros ayuda a evitar el contagio emocional.
Investigadora de temas de liderazgo.