Los cronistas de nuestra circunstancia festejan algunos acontecimientos y deploran otros. Hay de todo. Lo habrá en 2023, que inicia entre luces y sombras, ambas muy intensas. Subsisten y subsistirán. Por eso, no quitemos el dedo del renglón.
No cesarán los errores y los enconos que recibimos desde el micrófono del poder, empecinado contra el derecho y la libertad. En ese debate, tan difícil y desigual, mantengamos la exigencia de cordura y rectificación. El caudillo maneja una fábrica de infortunios. Todo hace ver que habrá mucho más. Ahora nos enteramos, por una elocuente confesión, de que la defensa de los pobres por quien ha multiplicado la pobreza, obedece solamente a un motivo político. Se quiere captar voluntades y acumular sufragios (¿no lo sabíamos, de sobra?).
Desprendimos la última hoja del calendario del 22, pero en las primeras del 23 figura el legado del año anterior. La oratoria furibunda no se ha modificado. Por ello es necesario que los agraviados (y agraviables, que son multitud) insistan en la exigencia de cambio radical en la conducta que incendia a México. Mantengamos el dedo en el renglón, mientras declina la furia. ¿Cuándo será?
Genio y figura, el personaje que ofendió al Poder Judicial y pretende subordinarlo, difamó a las instituciones de nuestra joven democracia e injurió a un amplio sector de la sociedad, volvió a las andadas en el alba del 23. Golpeó de nuevo, entre sonrisas melifluas, a la prensa, a las clases medias, a los intelectuales, por no citar sino a algunos agraviados. Y volverá, porque la sensatez no figura en su proyecto de vida y gobierno, ni circula en sus venas, ni ilumina sus ideas.
Las andadas regresarán en cada arrebato y en cada matinée. Volverán sin tregua ante el menor obstáculo o la más leve crítica a sus decisiones. Arremeterá —lo está haciendo— contra la judicatura insumisa, la prensa libre, los órganos electorales, las instituciones de educación superior y otros frentes que luchan por cumplir el encargo que les dio la nación, a despecho de los cargos con que los ofende el Ejecutivo.
No retiremos el dedo del renglón en la obra de sobrevivencia que se impone a los ciudadanos y a sus instituciones. Entre éstas cuentan algunas muy apreciadas y necesarias. Ha seguido y seguirá la animosidad en contra de los juzgadores que detienen el capricho y sostienen la legalidad. Cuando aplican la ley (contra la convicción del caudillo: “Y no me salgan con que la ley es la ley”) se les tachará diciendo que están al servicio del conservadurismo. Crecerá la ira en contra de los órganos electorales, que en 2023 estarán sometidos a duras pruebas de perseverancia, coraje y cumplimiento.
En este año habrá cambios relevantes en el escenario electoral y movimientos decisivos en el panorama político. Podrían marcar el futuro de México. Quien no derrotó por ahora a los defensores de la Constitución, hará hasta lo imposible —que es perfectamente posible— para valerse de la reforma legal y desplegar desde ahí, como también desde la tribuna y el presupuesto, su batalla campal contra la democracia.
El conductor de una poderosa artillería, equipada para destruir, califica de “corruptas” a instituciones que sirven a la República. Habrá que ver dónde reside, verdaderamente, la corrupción que duele a México. Mientras llega la hora de verlo e impugnarlo con el voto de los ciudadanos, mantengamos el ánimo y la entereza que millones de mexicanos mostraron el 13 de noviembre de 2022. No quitemos el dedo del renglón.
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