En EL UNIVERSAL del 13 de agosto de 2022 se publicó mi artículo “Qué temor y qué vergüenza”. Recupero ese título para expresar mis preocupaciones a propósito de los hechos perpetrados por un grupo de senadores de la República, que no honraron a ésta sino sirvieron a quien ejerce el mando con rasgos de dictador. ¡Noche negra para la Nación!

Cuando el presidente de la República sufrió un quebranto por Covid-19, le auguré pronta y completa recuperación de su salud personal. También le requerí pronta y completa rectificación de su conducta como gobernante, para salud de la Nación (EL UNIVERSAL, 28 de abril de 2023). Lo primero ocurrió, pero no ha sucedido lo segundo. Por el contrario, el ímpetu autoritario ha crecido, secundado por ciudadanos que se desentienden de su condición de representantes populares.

El presidente de México reapareció en su domicilio, Palacio Nacional, para alentar a los senadores en la grave decisión de destruir al INAI (es decir, violentar el derecho a la información) y consumar un oscuro “paquete” de reformas legales. En este empeño, los dóciles legisladores ejercen de nueva cuenta la ominosa “tiranía de la mayoría” que han desplegado a despecho de la democracia y de la representación que ostentan. Operan por mandato del soberano unipersonal que lleva las “riendas” de la República. Quien ofreció ser estadista y reorientar el rumbo hacia la libertad y la justicia, se ha constituido en caudillo de facción.

Hablo de temor y vergüenza. Digo vergüenza, por la conducta deplorable asumida por quienes niegan el ejemplo de Belisario Domínguez, que preside la casa institucional del Senado y figura en el discurso de sus integrantes. Y aludo a temor porque el comportamiento del Ejecutivo y de su séquito nos coloca al borde del precipicio del que creímos habernos apartado en varias décadas de empeño democrático. Ese borde traza la frontera entre la legitimidad en el ejercicio del poder y el abuso desbocado para servir al proyecto y al interés personal del Ejecutivo, quien está resolviendo, desde hoy, el porvenir de la Nación.

La democracia se aleja y el arbitrio colma el espacio que aquélla deja en su retirada. Sentimos nostalgia por las pérdidas constantes y crecientes del progreso democrático, ahuyentado por quien se comprometió a protegerlo.

Los atropellos cometidos en un supuesto proceso legislativo de medianoche, al amparo de la luna, vulneran principios y valores constitucionales. No hemos visto hechos iguales en la historia del México moderno. Así lo han declarado los legisladores que resistieron la maniobra autoritaria y que ahora revisan “con lupa” las violaciones cometidas, para llevarlas a la decisión final de la Suprema Corte de Justicia.

Por supuesto, el debate que seguirá en la vía judicial abrirá otro frente de batalla entre el más alto tribunal, empeñado en cumplir su encomienda constitucional, y el caudillo y su muchedumbre, empecinados en cuestionar y ofender la función jurisdiccional. Es probable que desde el propio Ejecutivo se haya fraguado una nueva confrontación con el Judicial, abrumado con una insoportable carga de trabajo, a la que se agrega la siembra de sospecha y encono.

Este sombrío presente y el porvenir que se avizora caracterizan la etapa en que el poder omnímodo se mofa de la Constitución y “salta las trancas” de la legalidad.

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS