"Saskia, ¿qué necesitas, cómo te ayudo, cuánto necesitas para sacar tu proyecto de niños en prisión?”
Alejandro siempre daba. No era un hombre con muchos lujos, ya que su dinero lo invertía, no solo en su propia fundación, pero sí en quienes estamos en temas de justicia.
Encaró al asesino material de su hijo buscando respuestas puntuales desde un lugar de mucha humanidad y se aseguró que saliera hasta la última persona inocente acusada por el secuestro y asesinato de su hijo Fernando.
Alejandro entendió que la venganza no era la manera de reparar el México invadido en delincuencia y violencia. Desde el instante en que asesinaron a Fernando él sabía que en México la deuda pendiente era la dignificación del cuerpo policial y militar. “Sin un Estado de Derecho no había lucha que valiera”, me decía. Defendió, ante todas las críticas, la dignidad de los militares injustamente acusados.
Ejemplo de lo anterior es un mensaje del comandante Labrada, actualmente encarcelado injustamente en el penal militar, que le ofreció donarle sus propios pulmones para salvarle la vida. “Yo estaría dispuesto a estudios para compatibilidad de segmento, nunca he fumado y creo estar sano; lo que sea por usted.” A lo cual Alejandro, con esa cara de humano le contestó: “No se preocupe, se lo agradezco mucho, en cualquier momento llegan los pulmones”.
Ayer perdimos un gran activista. Un gran hombre. Un hombre que nos enseñó que la riqueza no está peleada con la responsabilidad social. Un hombre que, ante toda la adversidad, amó a su país hasta el último momento de su vida y luchó por la justicia de su hijo y cientos de casos más.
Vuela alto, mi querido Alejandro.
Presidenta de Reinserta