El fin de semana tuve la oportunidad de viajar a Las Vegas para ir a un concierto que mi esposa y amigos sabían que era un sueño para mí.
Como a todos nos puede llegar a pasar, a una chava se les pasaron las copas y quedó inconsciente en el baño de uno de los hoteles. En cuestión de minutos llegó seguridad y no tardaron ni dos minutos en sacarla en camilla a un hospital.
Es protocolo.
El mismo día en México, Iñigo Arenas fue sacado del antro República en Polanco por “estar demasiado tomado”. Irónico, porque cuando llegas a estos lugares, consumir es una obligación para poder quedarte. No puedes tener una mesa si no pides botellas.
Es inaudito que los antros no tengan protocolos ante la intoxicación de sus clientes. Y no por una obligación jurídica, sino por un acto de humanidad. Es increíble la deshumanización a la que hemos llegado que preferimos sacar a alguien y que se las arregle solo. Las historias de mujeres violadas afuera de este antro y hombres secuestrados para después ser tirados en las afueras de la Ciudad de México tras estar en este establecimiento son historias de todos los fines de semana. Mauricio Tabe y su equipo completo tienen conocimiento de esto y poco hacen para salvaguardar la integridad de los usuarios.
Iñigo apareció dentro de un segundo antro sin vida. Pasó horas sin que nadie lo ayudara. Ninguno de los dos centros tuvo a bien salvarle la vida a Iñigo con un protocolo de atención o bien como acto de solidaridad. Antes, le robaron sus cosas personales, ya que sabemos que su celular apareció del otro lado de la Ciudad de México.
El República sí tiene responsabilidad y salir a decir lo contrario es hacer caso omiso de las redes que operan desde los meseros hasta los valets y los taxistas. Deslindarse es es el cáncer del pensamiento individualista que nos lleva al fracaso del funcionamiento social.
La red de taxistas que se dedican a secuestrar fuera del República es muy bien conocida. Lleva años generando decenas de víctimas todos los fines de semana. El valet parking está coludido y es quien da el pitazo cuando algún usuario está buscando pedir un Uber. Se acerca un “Uber” falso te ofrece un agua que trae droga y te llevan a Black Royce o te dejan tirado sin tus pertenencias en alguna parte de la zona metropolitana. Depende la condición en la que estés.
Insisto, son historias de todos los fines de semana.
Sabiendo esto, sacar a una persona intoxicada a que se las arregle cuando consumió en tu negocio es un acto de inconsciencia absoluta.
A todos y todas se nos pueden pasar las copas en una noche. Saber que podemos ir a espacios donde si esto pasa, van a ayudar a cuidar por tu seguridad, cambiaría la historia de cientos de mujeres violadas, desaparecidas y hombres asaltados.
Lo más triste de todo es que en México olvidamos. El próximo fin el República va a seguir operando como si nada y el Black Royce volverá a abrir sus puertas.
En México nos falta solidaridad.
Esto, hasta que no nos pase a nosotros. Y cuando nos pasa a nosotros, será demasiado tarde.
