Lo que pasó con Azahara y la manera en la cual agredió hasta matar a Norma es una brutalidad que debería tener temblando a México entero. Debería, en un mundo que busca la paz y la justicia, obligarnos a replantear lo que hoy estamos haciendo con nuestras infancias.

Leí varias notas “aumento de pena a menores que cometen delitos”. Increíble. No aprendemos y seguimos alimentando a la sociedad de política barata. Es inaudito que sigamos centrándonos en discusiones banales que nos han demostrado que no previenen ni se acercan a solucionar un problema. ¿Cuándo vamos a entender que no debemos caer en iniciativas encaminadas a la venganza como un sinónimo de justicia?

La tragedia de lo que pasó con Lizbeth no debe estar enfocado en las penas privativas, sino en llegar a la profundidad que merece la infancia tan lastimada de nuestro país. Hablemos de la Reforma Educativa y de cómo la tenemos olvidada. Hablemos de la creación de escuelas realmente seguras. Hablemos de las materias que fortalezcan y niños y niñas empáticos vanguardistas y humanistas al mundo que los enfrenta; hablemos de cómo vamos a prevenir que sigan estos actos de acoso escolar. Hablemos de la burocracia de la Secretaría de Educación Pública que crea procesos que debilitan a las escuelas y hace que reaccionen demasiado tarde. Literal, demasiado tarde.

Si no lo creen, pregúntenle a Norma Lizbeth.

No solo pienso en la niña que agarró esa piedra y mató brutalmente a Lizbeth, pero pienso también en esas niñas que grabaron todo y en ningún momento sintieron la compasión mínima para salvarle la vida. ¿Qué fregados pasa por la cabeza de esas niñas?

Estamos ante un problema que mañana va a ser el acabose de nuestro país: la normalización y exposición a la violencia en la infancia. Los niños y niñas de nuestro país replican la violencia con tal facilidad que es alarmante.

Recordemos casos como el de Christopher, en Chihuahua, quien fue secuestrado y torturado por otro grupo de niños. O el caso de Juan, en Querétaro, quien a manos del bullying por su origen indígena fue quemado y malherido por sus compañeros de secundaria.

¿Dónde estamos fallando como sociedad?

El refrán dice “el niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para poder sentir su calor”.

¿Acaso es lo que nos está pasando en México?



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