“Mi mamá me explicó que si
yo estaba bien, ella estaba bien,
por eso, seré valiente y no lloraré”
—Josafath, seis años.

Josafath nació y creció en el reclusorio femenil de Santa Martha Acatitla, en la CDMX, donde vivió con su mamá hasta hace unos meses, ahí cumplió seis años y hace unas semanas se mudó a un nuevo hogar.

Durante los últimos tres años, Josafath y su mamá se prepararon para este cambio. Juntos, atendieron talleres que fortalecieron el vínculo afectivo materno infantil, obteniendo las herramientas para romper círculos de violencia.

Este año, Josafath dejó Santa Martha, pero previamente experimentó diversas salidas recreativas para entender que hay mucho más vida, que su mundo dentro del centro de reclusión. El reto era mayor, tenía que entender y experimentar lo que es mirar un coche en la calle, comerse una pizza, conocer la luna lejos de la óptica de una celda, ver que los animales existen mas allá de la televisión, y que la mayoría de las puertas que existen suelen no tener candados permanentes. Estas salidas son cruciales, antes de la separación que tendrán la mayoría de los niños y niñas que viven en prisión con sus mamás. Tienen que saber cómo afrontarán su vida sin su madre a su lado.

Unos meses antes de dejar Santa Martha, Josafath y su mamá tomaron el Taller de Seguridad y manejo de la ansiedad de separación. Desde un inicio, Josafath estaba consciente de su situación: una vez que dejara Santa Martha, iba a estar solo. En repetidas ocasiones decía que estaba emocionado de conocer su nueva casa, entrar a una nueva escuela y hacer nuevos amigos. Pero estaba preocupado por su mamá; no quería dejarla sola. Tenía que entender, a sus seis años, que a pesar de que solo vería a su mamá una vez al mes, siempre estarían uno para el otro.

El día del adiós llegó. Ese día se disfrazaron de súper héroes. Para Josa, esto significó estar preparado para dejar Santa Martha como un niño con mucha fuerza, capaz de superar cualquier reto que la vida le pusiera. El súper poder que su mamá le transmitió fue su energía, para darse a sí misma el valor de enfrentar todos los miedos que una mamá pasa cuando su hijo crece y se va.

“Tienes que irte, Josa. Es hora de abrir tus alas, volar y comenzar a conocer el mundo. Este ya no es un lugar para ti”, le dijo su madre mientras lo abrazaba con mucha ternura. Esta no es una historia aislada...

La semana pasada se presentó en el Senado de la República con representantes de todos los grupos parlamentarios, el Estudio de Maternidad y Paternidad en reclusión. Ahí se muestra el trabajo de más de dos mil mujeres y hombres que son mamás y papás, mientras cumplen una sentencia. Los resultados son evidentes. La necesidad de crear políticas públicas y programas sociales que protegen a todos esos niños y niñas que tienen contacto con el sistema penitenciario no solo es una urgencia en materia de derechos humanos, sino también de la prevención de delitos de niños y niñas que tienen contacto con el sistema penitenciario.

Presidenta y cofundadora de Reinserta

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