Mañana se presenta en la Suprema Corte de Justicia de la Nación el libro “Maldita entre todas las Mujeres”. Un título que sacude, pero que alude a tantas mujeres que son víctimas de la violencia machista de nuestro país. Si la plegaria dice “bendita entre todas las mujeres y bendito sea el fruto de tu vientre…”, para aludir a la gracia divina, con nuestras mujeres víctimas todo se vuelve desdicha y desgracia, por eso lastima ese “maldita entre todas las mujeres”. Pero ¿por qué estas madres, hijas, compañeras, hermanas son malditas?

Porque en México ser feminicida es rentable.

El machismo está cobrando su factura en este México feminicida. En el libro, los testimonios de Riza, Ángel, Juan Carlos, Patricia y Roberto nos cuentan historias de terror de quienes hoy están acusados por matar a mujeres por el hecho de ser mujeres. Testimonios de personas que muestran que la impunidad y corrupción en nuestro sistema de justicia penal favorece, muchas veces, a quienes les quitan la vida a mujeres inocentes. Desde las 4 paredes de la prisión narran el machismo arraigado cultural y la violencia normalizada que los llevó a tomar la vida de sus víctimas.

Adriana, Andrea, Lorena, Arturo y Magdalena son la voz de quienes fueron silenciadas, hijas y madres cuyas vidas fueron arrancadas de la manera más brutal que ni la película de terror más sangrienta de la historia podría imaginar crímenes tan atroces. Crímenes que generan pesadillas que no terminan ahí, pero que son solo el comienzo de la película de terror —de no ficción— que es tener que ser una víctima en nuestro sistema de justicia penal.

Tras escuchar a estos testimonios, no puedo impedir una sensación terrible de enojo, de indignación, de mucha impotencia, con el acceso a la justicia en nuestro país. Si en algún momento pensé que vivía en un país donde existía el Estado de Derecho, estaba muy equivocada; me retracto.

En este país tenemos que dejar de pensar en estrategias de seguridad reactivas. Nos están matando y reaccionar ante la muerte no protege a las que aún estamos con suerte de seguir vivas. Necesitamos aliados en el poder, solidarios que tomen esta causa de frente sin cobardía de cuestionar la cultura machista en la que vivimos. Aliados y aliadas que se atrevan a llenar los libros de educación primaria y secundaria con educación sexual y de equidad de género. Propuestas puntuales que erradiquen la violencia al interior de las casas que no solo lastima mujeres, pero educa a niños a ser violentos.

Necesitamos aliados en el poder que se atrevan a ser disruptivos porque lo que se ha hecho hasta hoy para prevenir la violencia de género y los feminicidios, no protege; no funciona.

Insisto, deseo que algún día, logremos un México donde tener vagina no nos cueste la vida.

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Presidenta de Reinserta

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