No suelo estar al tanto del mundo y los medios del espectáculo. Siempre he creído que prefiero invertir mi tiempo consumiendo contenidos más enriquecedores y que aporten más a mi crecimiento profesional. Sin embargo, el otro día, por cuestiones del destino, tuve la oportunidad de enterarme del abuso de Luis de Llano en contra de Sasha Sokol. Me escandalicé en tantos niveles que hoy, en 8M, quiero dejar escritas varias reflexiones.
México tiene tres de las ciudades más importantes del mundo para hacer turismo sexual infantil. Esto quiere decir que los extranjeros vienen de todas partes del mundo, violan a niñas (a niños también), pagan por ello y se van impunes a sus casas de regreso.
Impunes, porque en México la impunidad existe y actúa a tal grado que un hombre puede hablar públicamente de la relación que sostuvo con una niña de 14 años siendo 25 años mayor que ella y no se convierte en un escándalo nacional. Esto se llama pedofilia.
Escándalo no es, porque en México nos hemos dejado de escandalizar por estas cosas. El abuso sexual infantil es el delito que menos se denuncia; 99.9% no se denuncia porque las víctimas saben que hay altas posibilidades que no pase nada y no se haga ningún tipo de justicia. Como en el caso de Sasha, el 74% de los agresores están en el círculo cercano de la víctima. El riesgo de denunciar les puede costar la vida.
En México, justicia es lo que no existe para 42% de las niñas en nuestro país que sufren violencia sexual antes de los 15 años, según cifras de UNICEF. Por si no lo entendieron, voy de nuevo: En México 1 de cada 6 niñas va a ser sexualmente agredida antes de los 15 años.
La historia de abuso de Sasha me escandalizó porque los medios han tratado este tema desde el espectáculo: el espectáculo de una niña de 14 años con un hombre de la edad de sus papás. 39 años tenía Luis de Llano cuando se estaba metiendo en la cama con Sasha, y los medios lo tratan como espectáculo. De no creerse. En un país donde los medios rigen el rumbo de nuestro sistema de justicia penal, ya que las autoridades están demasiado preocupadas por sus carreras políticas que no pueden permitirse un escándalo mediático, los medios lucran con el sufrimiento ajeno por tener la nota.
Todo sea por la nota, la exclusiva, por los clics y por los likes.
Se perdió todo tipo de ética.
Ética es la que ha dejado de existir porque no hay en México la empatía y compasión necesaria para relacionarnos. No conocemos el pensamiento colectivo y vivimos en la comodidad del pensamiento individualista.
En este 8M donde las mujeres alzamos la voz, recuerdo a mi propio agresor, 25 años mayor que yo. Recuerdo las manipulaciones que me decía para hacerme sentir partícipe en el abuso que ejercía y lo culpable que me hacía sentir. Es parte del grooming y cómo operan los pedófilos.
La violencia no siempre es blanca o negra y no por ello deja de ser violencia.
Este 8M alzo la voz por esas mujeres que prefieren callar por miedo a ser revictimizadas y atacadas por las consecuencias de una masculinidad frágil. Y reconozco a quienes hablan y denuncian para visibilizar, con su caso, el de muchas otras mujeres, a pesar de que tras su denuncia ha sido revictimizada y cuestionada públicamente.
Las consecuencias de una sociedad machista donde los hombres, como Luis, pueden salir a hablar en medios de comunicación de una relación con una niña, una niña, y no pasa nada.