El gobierno de Morelos anunció la vacunación contra Covid-19 en ocho municipios del estado. Pero resultó que en todos ellos, las autoridades se vieron rebasadas por el número de personas que acudieron a recibir la inoculación. ¿Cuál fue el sentido y el caso de hacer a los mayores de 60 años registrarse en la página de internet del sistema de vacunación? ¿No tenía eso el objetivo de saber cuántas personas necesitarían la vacuna y a partir de eso organizar las cosas? Pues tal vez ese era el objetivo, pero en el caso de Morelos no fue así.

Hijos pasaron la tarde y la noche anteriores sin moverse de la fila con tal de asegurar una ficha para sus padres, fichas cuyo orden no se respetó a la hora de la hora. Los adultos mayores, algunos en silla de ruedas, con bastones o andaderas, tuvieron que esperar muchísimo tiempo “bajo los rayos del sol en el día” o “en el frío de la noche”, sin que nadie les diera información o noticias. “Varios se quejaron de que las autoridades los exponen a estas aglomeraciones que pueden propiciar contagios”, escribió Rubicela Morales Cruz.

Y es que había mucho desorden, además de que las vacunas llegaron tarde y se acabaron antes de que pasaran todos los presentes: “Durante el primer día de la jornada de vacunación contra el Covid-19 en este municipio las dosis se acabaron alrededor del mediodía, lo que ocasionó el enojo de quienes esperaban, por lo que bloquearon por una hora la carretera Tepoztlán-Yautepec

“Testimonios recogidos en algunos puntos de inoculación — como en la unidad del IMSS que está en el zócalo del ayuntamiento de Jiutepec— coinciden en que el personal médico y los servidores de la nación no ofrecieron información puntual, ni avisaron si las vacunas alcanzarían para los formados, lo que provocó caos y enojos. En otro centro de vacunación del mismo municipio, metieron a unas cuatrocientas personas hacinadas debajo de una enorme lona verde que fue colocada para resguardar del clima, mientras unas seiscientas personas más estaban formadas en las calles. Las esperas fueron ¡de entre cuatro y veinte horas! todo ello sin sana distancia, con aglomeraciones y con enorme desorganización y desinformación”, escribió la misma reportera.

Son historias que ya hemos escuchado mucho, que ya se han denunciado reiteradas veces en los medios de comunicación, pero por lo visto eso no significa que las autoridades las toman en cuenta ni mucho menos que hacen algo para cambiarlas.

En la Ciudad de México, hay que decirlo, sí mejoraron mucho la logística, la organización y el trato de quienes atienden a las personas que llegan a vacunarse, por la vigilancia personalizada que hizo la Jefa de Gobierno, pero en otros estados ni quién se preocupe ni haga el menor esfuerzo por cuidar a los ciudadanos. Lo que sucedió en Morelos es ejemplar del desinterés de las autoridades y principalmente de su gobernador, que es a quien le corresponde dirigir el esfuerzo.

Los incondicionales de la 4T acusan a cualquiera que critica alguna acción o inacción del gobierno, de prianista, chayotero, corrupto y varias lindezas más, y a cualquier medio que publica esa crítica, de pasquín y vendido a intereses oscuros. Pero lo que cuento aquí no lo digo yo, aunque lo vi con mis propios ojos, sino que lo relató una reportera del periódico La Jornada, medio al que este gobierno sí le cree y al que aplaude y apapacha.

Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx
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