El Presidente ha decidido que España y Francia tienen que pedirle disculpas a los mexicanos, aquellos por la Conquista y colonización, estos por la Intervención. Su esposa le solicitó lo mismo al Papa, por la colaboración de la Iglesia en esas empresas.
Él mismo fue a Yucatán a pedirle perdón a los mayas “por los terribles acontecimientos y abusos que cometieron particulares y autoridades nacionales y extranjeras en la conquista, durante los tres siglos de dominación colonial y en dos siglos del México independiente".
Sin la menor duda, se trató de situaciones brutales, la primera contra culturas y religiosidades que se destruyeron a sangre y fuego y la segunda contra la República mestiza y liberal. Pero me pregunto: ¿Los llamados pueblos originarios se sienten representados en ésta petición? ¿Están de acuerdo los millones de católicos con que deban disculparse quienes les trajeron la religión en la que creen? ¿Y lo estamos los millones de ciudadanos que fuimos educados en el liberalismo y la laicidad que aprendimos de españoles y franceses? Pero lo más importante: ¿Cuál es el caso y el sentido de una acción como ésta?
Pero si de lo que se trata es de disculparse ¿no sería mejor hacerlo por lo que está ocurriendo hoy y que va a afectar brutalmente el futuro?
Por ejemplo: la educación. México tiene desde hace rato un serio rezago educativo y con la pandemia, la situación es francamente alarmante. Nula inversión en infraestructura escolar, maestros insuficientemente preparados, que son contratados y promovidos en base a sus contactos sindicales mas que a su mérito y programas de estudios desfasados de las necesidades del mundo de hoy y de los que aprenden los niños en escuelas particulares. Y a eso se suma que en el último año, miles de niños de plano abandonaron la educación escolar, por muchas razones, entre ellas, que no pudieron seguir las clases por televisión o no tenían acceso a computadoras o internet o tuvieron que ayudar en otros menesteres a sus familias. Según datos del INEGI, 33.6 millones de personas entre los 3 y 29 años estuvieron inscritas en el ciclo escolar 2019-2020 y de ellas, casi un millón abandonó la escuela. Y para el 2020-2021 ya no se inscribieron 5.2 millones. Una generación perdida.
Disculpas también por la austeridad, que solo ha valido para no invertir en mantener y cuidar lo que tenemos y para acabar con la ciencia, la cultura y el deporte, porque para las obras faraónicas y la publicidad gubernamental siguen fluyendo los dineros. Y disculpas por el medio ambiente que no le importa a nadie, y por la insistencia en sacar petróleo a pesar de las pérdidas en Pemex, y por la destrucción de las instituciones que tanto esfuerzo costó construir y por sustituir el estado de derecho y la democracia por el dedo levantado para aprobar las ocurrencias presidenciales, y por las desapariciones, homicidios y feminicidios y la violencia del narco y la doméstica frente a las cuales no se hace absolutamente nada, y por negarse a la crítica hasta el punto de ¡pedirle su intervención al gobierno de Estados Unidos para callarles la boca a quienes la hacen!, olvidando convenientemente que este gobierno invoca la Doctrina Estrada cuando así le conviene.
Y por supuesto, disculpas a los ciudadanos por nunca escucharnos, por nunca tomarnos en cuenta, ni siquiera para pedirnos perdón.
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