En una entrevista reciente con la periodista Lourdes Mendoza, el goberndor de Guanajuato Diego Sinhué afirmó: “Somos un estado exitoso”.
Y si vemos los datos, esto es cierto. Según escribió Carlos M. Urzúa aquí en EL UNIVERSAL, hay pujanza del sector manufacturero, proveniente tanto de grandes multinacionales como de industrias mexicanas de alto nivel y de numerosas empresas proveedoras, y hay también crecimiento del sector agropecuario y de servicios. La actividad industrial aumentó en 65 % entre agosto del 2020 y agosto del 2021 y el empleo formal en 4%, cifras realmente impresionantes y muy superiores a las del resto del país.
El propio gobernador, en la entrevista mencionada, relata que está en Europa visitando empresas para que amplíen sus inversiones o hagan nuevas. Habla de millones de dólares y de industrias de todo tipo, desde productoras de chocolates hasta de llantas para autos y concluye presumiendo que, después de los estados fronterizos (los del norte evidentemente), es el que más exporta de la República, algo que corroboran otras fuentes, como la BBC de Inglaterra, que afirmó en enero de 2020, que Guanajuato era el estado mas prospero del país, con el mayor crecimiento del PIB de todo México, 4% anual comparado con el del resto de pais de 2.5% en promedio. Y el secretario de Hacienda afirmó que registraba “excelentes resultados económicos”.
Eso es sin duda éxito como dice el gobernador. Pero, al mismo tiempo, no lo es.
Pues no podemos dejar de lado que en Guanajuato hay una situación brutal de inseguridad y violencia, mucho más terrible que en estados como Tamaulipas, Sinaloa o Guerrero, cuyo crecimiento económico no se parece ni remótamente al de ese estado.
La tasa de homicidio es, según el sitio México social, 40% más alta que la más elevada de todo el planeta, tiene dos de los municipios con mayor número absoluto de homicidios en el país, que son las importantes ciudades de León y Celaya y otras dos, Guanajuato y Salamanca no cantan mal las rancheras. A eso se suman otros diez municipios que rebasan la tasa promedio estatal y hay tres municipios con tasas de homicidio superiores a las de El Salvador, de modo que “es más peligroso vivir en Santiago Maravatío que en Siria”. En conclusión, que si fuera país, “Guanajuato ocuparía el tercer lugar más violento de la tierra.”
¿Cómo podemos considerar entonces que el estado es un éxito?
El concepto de éxito que conozco, definido por el diccionario, es “el resultado feliz y satisfactorio de un asunto, negocio o actuación”, “el logro de la victoria en algo que nos hayamos propuesto”, “la obtención de un reconocimiento debido a nuestros méritos”, “el resultado de una empresa que nos genere una sensación de realización y de bienestar”.
¿Viven los guanajuatenses con esa sensación de bienestar? ¿Van tranquilos a un restorán? ¿Pasean a gusto por sus calles? ¿Se sientan cómodamente a comer una nieve en el jardín?
El gobernador le echa la culpa a la federación por lo que califica como “su falta de apoyo” y a su vez, la federación le echa la culpa al gobernador “por no asistir a las reuniones de seguridad”.
Ya sabemos que ese es el método de los políticos: lo bueno lo hice yo, lo malo es tu culpa. Y mientras tanto, la ciudadanía vive aterrorizada por el narco y la violencia, y eso, ni aquí ni en ninguna parte se puede llamar éxito.