Dos gobernadores, uno del PRI y uno del PAN, anuncian que se suman al gobierno de López Obrador.

Es curioso. El Presidente que los invitó fue quien ha acusado reiteradas veces a los gobernantes emanados de esos partidos de todos los males de México, y quien convirtió en insulto el ser miembro de ellos. Acusar a alguien de prianista ha sido, hasta hace media hora, uno de los insultos favoritos de AMLO y de sus seguidores (corruptos, chayoteros y conservadores son los otros), pero ahora resulta que dos prianistas merecen el honor de ser considerados dignos de cooperar con y de trabajar para la llamada 4T.

De hecho, eran lo único que faltaba, porque tanto corruptos como chayoteros como conservadores, esos están allí desde hace rato.

Pero la verdad es que en este mundo, quienes quieren conseguir algo, saben que el camino para ello no es el de los principios o la ética. Eso solo pasa en los mitos que nos cuentan del pasado, pero no en la realidad.

Además, no es nada nuevo, tenemos larga experiencia en eso: el PRD y Movimiento Ciudadano nacieron del PRI, el gobernador Diódoro Carrasco pasó del PRI al PAN, el gobernador de Sinaloa del Verde al PRI y la senadora Lilly Téllez de Morena al PAN. AMLO mismo pasó del PRI al PRD y luego de dirigirlo, se fue a fundar su propio partido. Diputados, senadores, presidentes municipales, alcaldes, se cambian tranquilamente al partido en el que consideran que les va a ir mejor y luego lo justifican con discursos de lo muy convencidos que están, como hizo un ex alcalde de Coyoacán que llegó al cargo por una alianza entre el PRD, el PAN y MC y en su primer informe de gobierno ya se deslindó de esos partidos y anunció que se sumaba a “los esfuerzos para lograr la transformación de la vida pública de México encabezados por el presidente Andrés Manuel López Obrador y por la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum”. ¡Es lo mismo que dice hoy el gobernador de Nayarit devenido de repente en ferviente seguidor y admirador de Andrés Manuel!

Por lo demás, trabajar con y para el gobierno en turno ha sido también una práctica común en nuestra vida política, después de todo, uno necesita comer y sobre todo, figurar. Que lo digan si no Porfirio Muñoz Ledo y Manuel Bartlett Díaz.

Pero en este caso de los exgobernadores de Nayarit y Sinaloa, no compro la versión de que la decisión de incorporarse a la 4T fue suya y solo suya porque descubrieron lo maravilloso que es López Obrador, ni tampoco compro la versión de que los líderes de sus partidos están enojados con ellos por haber aceptado el ofrecimiento.

Tanto Andrés Manuel como los jefes de los partidos sabían muy bien lo que estos personajes hicieron a la hora de las pasadas elecciones para que ganara Morena y nada dijeron en su momento, pero creer que por eso ahora los premian, es una equivocación.

La verdadera razón es que López Obrador es muy listo para conseguir sus propósitos, y lo que ahora quiere es romper la alianza opositora, y que los partidos que la conforman apoyen sus propuestas y reformas en el Congreso. Los necesita porque Morena no tiene mayoría calificada.

Lo novedoso, es que decidió hacerlo por la “buena”, pero él y ellos saben que dispone de otros métodos menos sutiles como son el SAT, la FGR y la UIF y que los va a usar si no cooperan, porque todos tienen cola que les pisen y si no la tienen, se las inventan.

Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx

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