El Día Internacional de la Mujer, las morenistas del gobierno se retrataron con el Presidente. La Jefa de Gobierno, a modo de elogio “feminista”, dijo que él ha puesto a muchas mujeres en cargos públicos.
Como si que una llegue significara mejoría para todas, como si ser mujer significara tener una agenda para las mujeres. Es evidente que no, como lo demuestran las que han llegado a esos sitios de poder, sean secretarias de estado, gobernadoras y alcaldesas, juezas y legisladoras.
Pero lo que quiero destacar aquí, es que las palabras de Sheinbaum evidencian a nuestros gobernantes, quienes creen que sus discursos cambian la realidad social. De ese tamaño es su concepto de sí mismos. Y su incomprensión de la sociedad.
Apenas en diciembre del año pasado, los diputados aprobaron una ley que prohibe vender “alimentos envasados con alto contenido calórico y bebidas azucaradas a menores de edad en escuelas públicas y privadas primarias y secundarias”. También se prohibió su venta directa a menores en cualquier establecimiento comercial y se advirtió a las industrias productoras de esos alimentos que no podían hacer estrategias publicitarias con regalos.
Pero ay, hace algunas semanas, se enojaron porque resulta que no ha disminuído un ápice el consumo de alimentos chatarra. ¡Qué ofensa para ellos! convencidos como están de que “La labor del legislador es construir la realidad”, como dice una minuta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Y es que por lo visto, deveras creen que porque hacen una ley (o un aparato burocrático o un programa), ya las cosas serán como ellos quieren. Creen que la sociedad puede cambiar de arriba para abajo, cuando ellos lo deciden y por una sola acción.
Tan lo creen, que aseguran que porque hay una secretaría que se llama de Protección Ciudadana, ya por eso estamos protegidos los ciudadanos. O porque hacen un Programa para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, ya por eso no habrá feminicidios. O porque existen los llamados Mecanismos de Protección para los periodistas, ya por eso se evita que los asesinen.
Y tan lo creen, que dedican montones de tiempo a discutir si le dan 70 o 50 años de cárcel a los feminicidas, secuestradores o extorsionadores, a los que maltratan niños o animales, a los que toman las casetas de peaje, a los narcos y a otros delincuentes.
Pero los ciudadanos sabemos que les pueden dar media hora o cien años, da lo mismo, porque nunca los encuentran. Y si los encuentran, salen más rápido de lo que entraron.
Lo más difícil de entender para nuestras autoridades y legisladores es: ¿Cómo puede ser que los mexicanos no nos percatemos de cuánto ellos nos quieren y nos cuidan y todo lo que hacen en nuestro beneficio?
Tienen razón en estar enojados y hasta indignados de que ni sus leyes ni sus nombramientos y ni siquiera sus buenos deseos hayan cambiado a la sociedad mexicana. Porque allí siguen las casetas tomadas, los desaparecidos, las balaceras, los cuerpos violados y torturados de mujeres tirados en algún camino, los niños maltratados en los albergues del Estado, ese mismo que elabora las leyes para cuidar “sus derechos”, los periodistas asesinados (aunque el Presidente le reclame a quienes desde afuera reclaman por eso), las feministas enojadas, las mujeres en altos cargos que no hacen nada a favor de las mujeres y los niños comiendo chatarra.