10/08/2019 |23:45
Redacción El Universal
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Hace algunas semanas, se hizo pública una acusación al expresidente Vicente Fox, según la cual durante muchos años no ha pagado impuestos al Servicio de Administración Tributaria (SAT). La razón de esto es porque, según se explicó, le fueron condonados a sus empresas durante los dos sexenios que siguieron al de su presidencia. Se dijo además que tampoco ha pagado un crédito por el cual sus empresas fueron rescatadas por el Fobaproa, esa primera y enorme estafa maestra por la cual todos los mexicanos acabamos pagando los platos rotos de las malas decisiones de nuestros gobernantes, con la complacencia de los empresarios y gracias a la cual, paradójicamente, se acabaron beneficiando varios listos, como es el caso al que me refiero.

Si eso no es corrupción, que me digan entonces qué sí lo es. Conseguir un crédito que no se va a pagar y una condonación de impuestos porque se tiene el poder presidencial ¿puede llamarse de otra manera?

Lo increíble del asunto fue la reacción del señor Fox: se enojó tanto por esas revelaciones, que se puso a despotricar contra el presidente López Obrador, algo que por cierto, es un episodio más de una vieja enemistad que tiene hacia él, y que incluye llamarlo “Lopitos”, para según ha dicho, describirlo como que es “muy chiquito”; incluye haber hecho todo por conseguir su desafuero cuando Andrés Manuel era Jefe de Gobierno de la capital, acusándolo de construir un camino (hacia un hospital) sobre un predio al que según Fox no tenía derecho; incluye su bravuconada de decir que él se iba a encargar “personalmente” de que “este cuate” (refiriéndose a AMLO) no ganara las elecciones de 2018: “Déjenmelo a mí, yo tengo mis mañas”; incluye hacer publicidad contra él cada vez que puede y aparecerse en manifestaciones en contra del presidente (aunque los manifestantes lo corran de allí); y recientemente incluye pedirle a los ciudadanos que no voten por Morena en las próximas elecciones legislativas.

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Pero en mi opinión, si en lugar de enojarse y armar drama en las redes sociales, si en vez de tanta palabrería, twits, escándalo y exhibicionismo, y hasta de devolver las escoltas que le fueron asignadas para su seguridad, como hizo hace unos días, hiciera lo que tiene que hacer, podría callarle la boca a sus acusadores.

Y esto que tiene que hacer es muy simple: pagar lo que debe o si ya lo pagó, mostrar los papeles debidamente sellados por las instituciones respectivas en las que se consigne que se pagaron los impuestos y el crédito. Y punto. Así todo quedaría claro, pues papelito habla.

Pero el señor Fox no lo hizo y ha preferido el camino de la confrontación y el insulto, lo cual al buen entendedor le resulta muy claro: no tiene manera de demostrar que sí hizo esos pagos y por lo visto, tampoco tiene intención de hacerlos.

Pero convendría recordarle que está repitiéndose una vez más la misma historia en la cual Fox siempre es el insultador y López Obrador siempre es el triunfador. O dicho de otro modo, que no se ha dado cuenta de que ninguna de las causas que ha promovido contra AMLO le han resultado y más bien al contrario, parece que en cuanto las promueve, se le voltean a él mismo en contra.

En un anuncio de plana completa que apareció en mayo de 2004 en un suplemento que ya no existe, se observan los rostros del entonces presidente Fox y su esposa Marta Sahagún, junto con los de algunos de sus colaboradores y la siguiente frase: “Los impuestos son un platillo que se come frío”. Igual que la venganza, como decía mi padre.

El expresidente debería ya resolver este asunto. Y, como dicen los recordatorios que nos mandan del SAT: si ya lo hizo, haga caso omiso de este mensaje.


Escritora e investigadora en la UNAM.
Correo: sarasef@prodigy.net.mx