Hace dos semanas escribí en este espacio mi emoción al escuchar el plan de vacunación del gobierno federal: al subsecretario de Salud hablar de acuerdos para adquirir millones de dosis, al secretario de Defensa hablar de la logística para repartirlas y al Presidente hablar de brigadas para aplicarlas.

También dije que después de escucharlos, me quedó claro que por las dimensiones y dificultades de nuestro territorio y por las acciones de la delincuencia , no había forma de vacunar a una velocidad que permita detener la rapidez de los contagios y las muertes , pero que al menos era un inicio significativo.

Lo que sin embargo no imaginé, es que todo eso era una mentira, porque lo que no hay son vacunas. Las anunciadas nomás no llegaron y las prometidas quién sabe si y cuándo llegarán.

Me pregunté entonces: ¿Qué fue lo que pasó?¿Por qué no tenemos acceso a las vacunas si se supone que, según dijo el secretario de Hacienda, si hay los recursos necesarios para adquirirlas? ¿Por qué los laboratorios no nos las venden?

Y recordé dos cosas: la primera, el pleito que les echó el presidente desde el primer momento de su gobierno. Los acusó de todo: desde corruptos hasta careros hasta ineficientes. La segunda, el discurso de la persona encargada de la investigación científica en nuestro país, que cortó los recursos a montones de investigaciones con el argumento de que eran ciencia neoliberal y que sus resultados favorecían a las empresas privadas, incluidos las farmacéuticas , porque según la directora del Conacyt , la ciencia neoliberal es la de "una dependencia tecnológica, baja eficiencia en innovación y con transferencias millonarias al sector privado”.

Pero he aquí que a la hora de la verdad, ¿quién tiene la dependencia tecnológica y quién tiene que pagarle ahora millonadas a los laboratorios privados para (tratar de) conseguir una vacuna que los científicos dizque neoliberales lograron desarrollar después de años de invertir millones de dólares en investigación?

En cambio, que yo sepa, aquí la ciencia no neoliberal de la 4T a duras penas logró construir unos cuantos respiradores.

Pero en lugar de reconocer y aceptar que en la ciencia no hay nacionalismos y que nadie puede empezar desde cero sino que se deben aprovechar los descubrimientos de otros, y en lugar de aceptar que es necesario invertir en investigación aunque lo que se estudia no tenga aplicación inmediata y aunque los resultados sean usados por las empresas privadas para fabricar los productos (en este caso los medicamentos), prefieren discursear sobre una ciencia nacional y soberana, que además solo se interesa en problemas inmediatos, ideas absurdas si no es que estúpidas, pues como afirmó el doctor Gustavo Medina Tanco de la UNAM : “Un laboratorio que aparentemente está desligado de la realidad social, cuando el país se enfrenta con crisis, tiene una especie de reservorio, de know how y de recursos humanos que se pueden reconvertir a atacar problemas serios y candentes para la propia sociedad”.

El Covid es el ejemplo de esto y por eso en otros países pudieron sacar la vacuna en tan corto tiempo. Lo que esta experiencia ha dejado claro es que necesitamos con urgencia esa investigación supuestamente inútil, esa ciencia supuestamente neoliberal y a esos laboratorios supuestamente corruptos.

Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com

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