Hace un año, Patricia Sánchez y su niña cruzaban la calle cuando fueron atropelladas por un autobús que se pasó el alto. Ella murió. Desde entonces su viudo intentó por todos los medios que la empresa se responsabilizara, pero nunca logró que le hiciera caso la así llamada justicia mexicana. El chofer fue detenido pero lo dejaron libre, la empresa nunca fue citada a declarar y simple y sencillamente se lavó las manos.
Pero hace unos días, el mismo autobús atropelló a un repartidor que iba en su bicicleta y al que le tuvieron que amputar la pierna. Esta vez sin embargo, la autoridad de movilidad de la CDMX sí intervino y suspendió el servicio de la empresa.
¿Por qué hoy sí y ayer no?
Porque ciudadanos hartos salieron a la calle y cerraron una avenida importante para exigir justicia y además interpelaron duramente al secretario de movilidad Andrés Lajous.
La lección es importante: solamente si generas una enorme molestia a los demás, un gran caos, entonces las autoridades te harán caso.
Aunque esto es relativo por supuesto, porque siempre queda envuelto en burocracia (tres entidades, tres, están interviniendo en el caso, la secretaría de gobierno, la Semovi y la Fiscalía de la ciudad) y siempre envuelto en retórica ( “Siempre al lado de las víctimas #JusticiaParaMario”, escribió en su cuenta de Twitter la @FiscaliaCDMX)
Tan es pura farsa todo esto, que por increíble que parezca, mientras los ciudadanos estaban en la manifestación, atropellaron a otro ciclista y ninguna autoridad apareció para incluirlo en la justicia que pregonan.
Lo que quiero destacar es una paradoja en esta lección de cómo buscar la justicia, y es que cuando ya hacen caso, lo que deciden es suspender el servicio de transporte, con lo cual afectan a miles de personas que lo necesitan.
Entonces: no atienden, no corrigen, no resuelven, y cuando ya lo hacen, pasan a amolar más las cosas. Porque en lugar de exigir capacitación para que los conductores hagan correctamente su trabajo, en lugar de realmente inspeccionar a los vehículos y de revisar el correcto señalamiento de sus rutas, prefieren simplemente clausurar.
¿Cómo resolver que todos los días haya accidentes como estos? Una estudiante llegando a la universidad, una pareja entrenando, un muchacho en su motocicleta, son asesinados por personas que van a exceso de velocidad o alcoholizadas, que se pasan altos o invaden carriles confinados y banquetas. En 2019 y de acuerdo con el Portal de Datos Abiertos del Gobierno de la Ciudad de México, se registraron 717 accidentes de personas a bordo de bicicletas.
En febrero de este año escribí en este espacio sobre los muertos por autobuses que se van a las barrancas o trailers que se es trellan contra autos y camiones, y siempre es lo mismo: se trata de transportes a los que les fallan los frenos, choferes que se quedan dormidos, van a exceso de velocidad o borrachos.
Estos muertos no entran en las estadísticas de la violencia pero sí que deberían, porque sus asesinatos son producto de la negligencia de los dueños del transporte y de los gobiernos que permiten que eso suceda. ¿Tampoco esta violencia se va a combatir?
¿Hay alguna cosa que hagan bien nuestros funcionarios?
Esa pregunta no espero que tenga respuesta de parte de ellos, pero sí de nosotros, los ciudadanos que padecemos su absoluto desinterés y mal manejo de lo que constituye su trabajo.