Todo empezó cuando mi perro —como en muchas otras ocasiones— empezó a llamar la atención de los que estaban presentes. Estábamos en una pequeña cafetería, la única, en el aeropuerto de Tepic , Nayarit, esperando la llegada del avión rumbo a Tijuana, en una ciudad donde hay aún menos vuelos que el AIFA por lo que, supuse, la familia sentada a mi lado tenía el mismo destino. "Mira qué bonito perrito, se parece al Monkey, pobrecito, tan viejito ya; ahora que mi hija descansa en paz, ya no voy a dejarlo descuidado, lo tienen bien atendido", dijo un hombre que no debía pasar los 55 años y con un acento mezclado como el de quienes se van a trabajar a Estados Unidos por años y luego, una vez legalizados, visitan su tierra con frecuencia.
La mujer frente a él dijo "pregúntale cómo va a subir al perrito al avión"; yo escuché de lejos sin querer entrometerme para apresurar la ejecución de su orden. Luego volvieron a la charla sobre la mascota de su hija. En algún momento el padre mencionó que el perro debía sentirse culpable de no haberla cuidado. Entonces mi imaginación voló hacia preguntarse cuál habría sido el destino de la chica que, por la edad del padre, debió ser joven. La conversación siguió y yo la seguí, quizás consciente o inconscientemente, sin reparar en los detalles hasta que escuché al padre decir, "nunca se repuso desde que su primo también desapareció".
Entonces, entendí, la chica falleció por alguna razón que no pude saber, pero tras un periodo de incertidumbre por dos allegados suyos que desaparecieron. ¿Cuántas familias en México viven y mueren así? Sentí un escalofrío y recordé la cifra de 100 mil personas no localizadas en México , recién confirmada unos días atrás y la inaceptable tendencia en este gobierno de 25 desapariciones por día.
La noche anterior a esta escena moderé un Twitter Space para Opinión 51 en el que participaron madres y padres de personas no localizadas, así como periodistas que han reporteado de cerca varios casos. El enfoque fue: ¿por qué no encuentran a nuestras personas desaparecidas?
Los testimonios sobre los errores y fallas al momento de investigar el paradero de los seres queridos que no están fueron sorprendentes como dolorosos:
“Pregunte si se fue con el novio”. “Esperemos unos días más”. “Hoy no hay nadie que le levante la denuncia”. “Deje los datos con la encargada en turno, pero no está el responsable ahora”. “A esa edad suelen irse de fiesta por días”. “Intente revisar las malas amistades de su hijo”. “¿Ya buscó en los 'picaderos'?” “En esas colonias siempre están metidos en malos pasos...”
Todas y todos queremos que las personas desaparecidas vuelvan con vida a sus casas, pero la cruda realidad de este país nos muestra que a veces no es así. La cifra de más de 52 mil cuerpos sin identificar en fosas comunes y semefos nos hablan de que una línea no se está conectando entre quienes buscan y quienes encuentran restos. Los colectivos que se dedican a indagar dónde pueden estar las personas no localizadas coincidieron en este ejercicio en Twitter en los errores comunes, omisiones y actos de colusión por parte de autoridades para lograr que esos cuerpos sean reconocidos por sus familiares.
“Les decimos dónde hay personas en fosas clandestinas y no van, tenemos que ir nosotros”. “Les hemos pedido que cuiden las prendas de los cadáveres que encuentren, porque de eso tenemos certeza los familiares que los vimos por última vez, pero no lo hacen”. “No clasifican acorde a edad o a veces hasta sexo los catálogos”. “Nos entregan fotos de huesos, ningún padre va a reconocer a su hijo por los huesos”. “Las autoridades desechan las tarjetas, pulseras y objetos que pudieran ayudarnos a reconocerlos”. “A veces tardan un año en avisar cuando un cuerpo puede corresponder al de una persona reportada”. “Se les pierden los expedientes”. “Manipulan mal los restos y se dañan”...
¿Cuántos años de experiencia en la tragedia de los desaparecidos necesita México para acabar con la impunidad que permite que a las personas se las lleven, y también para mejorar los procesos de identificación de cadáveres y tomarse en serio el tema?
Porque, mientras, este sin fin de fallas sigue siendo el día a día para miles de personas que viven con una habitación vacía en casa.
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