En este país los equipos de espionaje han sido utilizados desde los tiempos de la dictadura priista hasta la fecha. Para exhibir a políticos, para extorsionar , para revelar lo que de otra manera no se podría demostrar.
Los audios dados a conocer en los que el fiscal general de la nación, Alejandro Gertz Manero , es exhibido en una conversación con otra persona es solo el más reciente recordatorio de que todos somos vulnerables al espionaje. Si hasta él, la máxima figura en el país con la tarea de investigar a los criminales pudo ser vulnerado en su privacidad ¿qué podemos esperar los demás? Ojo, con esto no quiero colocar en el lugar de víctima a Gertz quien, sin duda, deberá enfrentar las consecuencias del tráfico de influencias que se evidencia en los audios.
Volviendo al tema, el caso de Pegasus, ese que en el sexenio de Peña Nieto demostró que se interceptaron comunicaciones de políticos, periodistas y activistas por parte del gobierno federal , es el más escandaloso documentado.
Pero, ¿qué hay de esos gobiernos locales que, contradiciendo la ley, utilizaron el dinero público para adquirir costosos sistemas de espionaje sin que se sepa hasta el momento a dónde fueron a parar esos equipos?
Y me detengo en uno de los gobernadores —ahora exgobernador y senador— que más recursos destinó a ese fin: Eruviel Ávila .
En su paso por el Estado de México gastó al menos 219 millones de pesos en comprar sofisticados equipos que interceptaron llamadas, mensajes de aplicaciones celulares y hasta lograron imágenes traspasando muros de no sabemos quién, captando así información que desconocemos también en manos de quién estará ni qué harán con ella.
¿Extorsión, chantaje, exhibición?
Según información oficial obtenida por esta periodista y mi colega Santiago Alamilla mediante una investigación periodística, el Estado de México compró tecnología durante 2015 y 2016 para espiar las redes sociales de los ciudadanos con el sistema HIWIRE SYSTEM, de la empresa Webint, y el Mabit Magen 100, con el que se pueden obtener todos los datos de un equipo celular, incluyendo el historial de ubicaciones.
Este sistema puede entrar a los teléfonos celulares convencionales y a los equipos de cómputo que estén conectados a una red WiFi para robar su información, además de poder rastrear a sus contactos, su actividad en redes y demás comunicaciones con otros usuarios.
Sin tener idea de ello, los mexiquenses tampoco podían confiarse de estar en su casa para mantener su privacidad, pues otro equipo, llamado Camero Xavier 400 , que también fue adquirido, cuenta con un radar que espía a través de muros y determina la ubicación de las personas que se encuentren dentro de una edificación gracias a un sistema de ondas de radio, las cuales a través de un software tridimensional reconstruye las posiciones de las personas en interiores.
Desde un poste cualquiera y simulando una caja de control de una compañía de cable o teléfono, incluso como parte del equipo de alumbrado, la cámara de alta tecnología de 54 por 27 centímetros y 20 kilos de peso, pudo ser orientada hacia un domicilio vigilando día y noche y registrar una visualización completa a través de la determinación de una huella de calor que es capaz de reconocer personas hasta en una distancia de un kilómetro.
Cuestioné a Eruviel sobre estas compras, pero el político se limitó a decir que el Código de Procedimientos Penales permitía adquirir estos aparatos. No aceptó charlar ni dar más detalles al respecto.
El fondo del tema, quizás, no es Eruviel —que debería ser investigado, claro, de haber malusado ese equipo que pagó con dinero público— sino el nivel de sofisticación del espionaje en México, todos contra todos. Usted, quizás, en este momento puede estar siendo filmado al haber sido intervenida la cámara de su celular o computadora, o alguien puede estar leyendo sus conversaciones de Whatsapp.
La gran pregunta es ¿dónde están todos esos equipos? ¿Quién investiga estas compras y el uso de esta tecnología? ¿Qué venganzas políticas veremos? El tiempo contestará, como siempre.