Solamente una comunidad respetuosa de los derechos de las mujeres y la capacidad institucional de inhibir y sancionar el delito permitirá paulatinamente deshacernos de la violencia de género. Aun con tecnología, son la presencia de una ciudadanía solidaria y la capacidad de generar elementos de prueba factores indispensables para detonar el aparato de procuración de justicia.

La tecnología parece no tener sesgo. Lo tiene. Quienes diseñaron los equipos apenas recientemente promueven su preocupación por el género. Más parcialidad existe entre quienes aún no incorporan como identificación de comportamientos inusuales aquellos vinculables a la violencia contra ellas.

También en videovigilancia hay una nueva época en la CDMX.

Requerimos una mirada ciudadana acompañante a través de las diversas líneas de denuncia y sobre todo transformando el rol violentador o encubridor de muchos agresores. En el propio C5 encontré este jueves un cartel con un acosómetro vandalizado. Calles solitarias, estaciones de transporte, parques o parajes donde en estos días ha habido triste y doloroso registro de víctimas mujeres pueden disminuir su condición de espacio para la vulnerabilidad.

El testimonio visual es la mejor forma de terminar con la defensa típica del macho agresor: “es tu palabra contra la mía”. Lo que se ve, difícilmente se disputa. Los datos recabados a partir de los reportes al Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la Ciudad de México indican que entre 2022 y este año se han atendido más de 279 mil reportes en la línea de emergencias 911, SOS Mujeres *765, los botones de auxilio o directamente desde las más de 83 mil 400 cámaras. De los casos recibidos en la nueva Línea Antiextorsión, 55 5630 3301, el 45 por ciento son de mujeres.

De entre las 25 acciones delineadas por la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, para fortalecer los resultados está el monitoreo e identificación desde el C5 de posibles casos de agresiones en la calle. Destaca la incorporación de la perspectiva de género en la recopilación de datos relacionados con emergencias, como accidentes viales, siniestros en el hogar, situaciones delictivas hasta atenciones prehospitalarias.

Aplicar una visión de género implica el reconocimiento de las desigualdades estructurales y coloca a la videovigilancia en otro nivel, el de posibilitar la identificación de patrones que de otro modo podrían pasar desapercibidos, como los espacios más peligrosos en función de horarios, condiciones del mobiliario urbano, rutas de transporte o zonas específicas. Ahí se pueden generar insights valiosos que la estadística tradicional no capta.

Nos hallamos ante un cambio de actitud y de abordaje con Brugada: la videovigilancia por sí sola no erradica la violencia, aunque contribuye a visibilizar y detonar nuevas estrategias. Además, ya en el C5 se inició la gestión de datos desagregados con enfoque de género. La misión: colaborar con la erradicación de las violencias.

@guerrerochipres

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS