La cultura patriarcal ha destinado al varón a un mutismo que limita su capacidad de expresar sus emociones y sentimientos. “Los hombres no lloran” es un paradigma arraigado desde la infancia y repetido por algunos padres, abuelos o profesores.
Bajo esa premisa, los varones estamos destinados a silenciar cualquier “flaqueza” o “debilidad” que atente contra el modelo normalizado de masculinidad.
De cara a la celebración por el Día del Padre —el primer festejo familiar que se realiza en semáforo verde en la Ciudad de México— hay que reconocer el trabajo de mujeres y hombres que se niegan a aceptar que el modelo de “macho mexicano” sea todo a lo que podemos aspirar.
Ese impulso empieza a resquebrajar el mutismo patriarcal y a develar las necesidades de los varones; el cambio ya no se detiene, porque los hombres también sabemos llorar.
Esto lo reafirmamos en los últimos 16 meses de pandemia y contingencia sanitaria. La ansiedad, estrés, depresión no tuvieron distingo de género o edad. De una u otra manera todos salimos afectados, pero también fortalecidos ante una nueva realidad.
Aprendimos a visibilizar y atender los problemas que ocurren en el ámbito privado y que tradicionalmente ahí se quedan. Las violencias dentro del hogar se evidenciaron.
En el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México recibimos, en el primer cuatrimestre de este año, 52 reportes de violencia familiar en contra de hombres, muchos de ellos padres de familia, lo que representa un aumento del 371% frente al mismo periodo del 2020.
Este es un indicador de que cada vez más los varones son capaces de reconocerse a sí mismos como víctimas de violencia, como seres vulnerables y hablar públicamente sobre el tema.
Visibilizar sus emociones y problemas de familia es un primer paso para la construcción de una convivencia sana, con uno mismo, la familia y la comunidad.
La violencia contra los hombres no es un asunto menor y silenciarla por recelo a dañar la supuesta “masculinidad” que nos han impuesto es un temor que debe quedar en el pasado.
Los padres tienen la oportunidad de inculcar en sus hijos valores nuevos y desechar los anquilosados criterios que dictan castigos ante la mínima señal de debilidad. Hacernos conscientes de que este modelo de subjetividad machista es nocivo, es un primer paso rumbo a una ciudadanía más saludable.
En el Consejo Ciudadano contamos con un servicio gratuito, 24/7, para dar contención emocional y orientación psicológica y jurídica a cualquier parte del país, a través de la Línea de Seguridad y Chat de Confianza 55 5533 5533.
@guerrerochipres