En medio de un debate mundial y ante la falta de evidencia científica sobre la conveniencia de vacunar o no a los niños y menores de edad contra el Covid, el presidente confirmó que su gobierno no considera en estos momentos a la vacunación infantil como una prioridad. “Tenemos que priorizar, tenemos que saber si se requieren o no se requieren, no estar sometidos, sujetos o subordinados a que las farmacéuticas sean las que nos digan: 'falta una tercera dosis, falta una cuarta dosis, falta que se vacunen los niños'. Hay que ver si científicamente es necesario; es como cuando se va a comprar algo, no debemos de ser consumistas”, dijo el lunes pasado el mandatario.

La posición del Presidente sobre un tema en el que no hay todavía un consenso científico y que la recomienda que se tomen decisiones políticas y que en vez de vacunar a niños los países que tienen gran cantidad de vacunas, las donen a los países que no tienen para vacunar a población adulta, fue claramente influida por el subsecretario Hugo López-Gatell, que invocó también la falta de suficientes evidencias científicas que sugieran que es “imprescindible” vacunar en este momento a la población infantil y adolescente porque no está comprobada aún la efectividad de inocularlos y la tasa de mortalidad por Covid en los niños no es “alta”.

Mientras en el mundo se reporta una baja incidencia de muertes por Covid en niños y, según un estudio realizado en 7 países y publicado por la revista científica The Lancet, menos de dos de cada millón de niños murieron durante la pandemia, en México las cifras oficiales de la Secretaría de Salud registraban hasta abril pasado al menos 600 casos de muertes de menores de edad por la enfermedad de Covid-19. Las evidencias científicas arrojan que las infecciones en niños son casi siempre asintomáticas o muestran síntomas leves, lo que contrasta con otros grupos de edad a los que se ha dado prioridad en la vacunación.

Sin embargo, un dato que parece aumentar el riesgo para algunos niños mexicanos de desarrollar síntomas e incluso agravarse por contagio de Covid, es el sobrepeso y la diabetes que padecen. Según las cifras de la Secretaría de Salud, en 2016 se contabilizaba un 33.2% de los niños en México con sobrepeso, lo que incluso motivó una “alerta epidemiológica” de la Secretaría de Salud. La UNICEF, por su parte, ubica a México como “uno de los primeros lugares en obesidad infantil” y afirma que al menos 1 de cada 2 niños y niñas menores de 5 años padece obesidad, mientras la proporción de niños y niñas mayores de 5 años con sobrepeso u obesidad aumenta a 1 de cada 3. Eso condiciona a los niños mexicanos, dice el organismo de la ONU para la infancia, a desarrollar padecimientos como la diabetes, enfermedades del corazón y los riñones.

La población infantil que padece diabetes se estima en 800 mil niños. Según la Secretaría de Salud federal, 1 de cada 3 niños mexicanos es diabético de tipo 1 y 2, lo que también sería un riesgo en casos de contagio de para los menores que padecen estas enfermedades preexistentes.

Los países no se ponen aún de acuerdo sobre la conveniencia o el beneficio de vacunar a sus niños. Estados Unidos reporta que ha vacunado a 600 mil menores de entre 12 y 15 años y que espera evidencias para vacunar a los de menos de 12. Gran Bretaña ha considerado que no es necesario en estos momentos vacunar a sus niños y sigue dando prioridad a la población adulta. "Afortunadamente, una de las pocas cosas buenas de esta pandemia es que los niños raramente se ven seriamente afectados por esta infección", declaró a la BBC el profesor Adam Finn, miembro del Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización en Reino Unido.

Por el momento el debate sobre las ventajas de vacunar o no a los niños contra el Covid y qué tan eficiente resulta hacerlo para frenar contagios y muertes, lleva esta decisión al terreno tanto moral como político: si las dosis que se destinen a los menores de edad realmente salvarían más vidas que si esas vacunas les fueran administradas a trabajadores sanitarios y a la población vulnerable en otros países. En México la decisión del gobierno, por ahora, está tomada y es no comprar ni destinar vacunas existentes a la población infantil.

Aún con el regreso a clases presenciales obligatorio, que ya decretó el Presidente para finales de agosto, cuando dijo que “llueva, truene o relampagueé” los menores tendrán que volver a las aulas “porque ya fue demasiado”. De hecho, fiel a su estilo de encontrar motivaciones políticas o contra el gobierno, el doctor dijo el lunes que el argumento de la vacunación para los niños está siendo utilizado por grupos que se oponen a un regreso a clases presencial: “Parte de la opinión que ha estado resistente a abrir las escuelas aprovecha esta narrativa, este discurso, diciendo que hay que vacunar a los niños antes de que vuelvan a las escuelas”, dijo el encargado nacional de la pandemia, al que poco le faltó para repetir su lamentable tesis de “golpismo” que hizo a los padres de niños con cáncer.

Así que para los niños mexicanos no habrá vacunas contra el Covid, al menos por ahora. Y así tendrán que regresar a clases en las aulas dentro de un mes. Veremos muy pronto, en cerca de mes y medio, quince días después del regreso presencial a clases, si la decisión del gobierno mexicano, que más o menos va en línea con lo que están decidiendo otros países y recomendando la OMS, resulta ser la acertada o si, con sus características y padecimientos de enfermedades preexistentes, la tasa de contagio y mortalidad de niños mexicanos por Covid, no sigue siendo una de las más altas en el mundo.

NOTAS INDISCRETAS…

La presencia de Julio Astillero ayer en la conferencia de prensa mañanera representó un ejercicio interesante del periodista frente a las acusaciones que le formuló la Presidencia de la República de haber mentido en un reportaje que publicó en su espacio sobre los vínculos de instancias federales para favorecer a un desarrollo inmobiliario denominado “Las Cañadas” en las afueras de San Luis Potosí, con afectaciones al medio ambiente y la construcción en la Sierra de San Miguelito, un área natural que estaba protegida y que fue desclasificada por la Semarnat para dar paso al fraccionamiento de alto poder adquisitivo. La escena en la que Julio Hernández encaró al Presidente, que le permitió hacer una amplia explicación de por qué acusó actos de corrupción de la Semarnat en el otorgamiento de permisos ambientales para el desarrollo inmobiliario del empresario Carlos López Medina, resultó ser, además de un buen ejercicio del derecho de réplica, con todo y la petición de disculpas que hizo el periodista a la señora García Vilchis, una reminiscencia del diario La Jornada en la época en que lo dirigió Carlos Payán. De un lado estaba el columnista Julio Hernández, que es columnista del diario desde aquella época, del otro estaba presente la secretaria de Seguridad Federal, Rosa Icela Rodríguez, que era reportera también de La Jornada entonces, y escondido tras bambalinas, moviendo los hilos de todo el show de descalificación y ataques a los medios, el señor Jesús Ramírez Cuevas, que era un reportero de segundo nivel en el citado diario por aquellas épocas. Y frente a Hernández, escuchando para después rechazar sus señalamientos y decir su ya gastada frase de “que no somos iguales”, estaba el presidente López Obrador, que era un asiduo visitante de La Jornada en aquellos años, cuando como dirigente social y perredista se le solía ver con frecuencia en la redacción del diario donde se reunía con su director y conoció a todos los que ayer aparecían en esta escena. Al final, el Presidente ni respondió ni negó las acusaciones de corrupción ambiental en su gobierno y mandó al periodista a acudir a las instancias que considere necesarias para hacer su denuncia. Y de disculpas de la nueva inquisidora de los medios y de su titiritero ni siquiera una palabra… Los dados mandan Serpiente doble. Caída libre.