La discusión sobre la regulación del outsourcing, que se entrampó en el Senado por la división de Morena y el choque de posiciones entre Ricardo Monreal y Napoleón Gómez Urrutia, se destrabará finalmente la próxima semana. Napoleón decidió ceder y modificar su dictamen para eliminar cualquier forma de criminalización de los esquemas de subcontratación laboral, con lo que el presidente de la Comisión del Trabajo finalmente negociará la inclusión en el dictamen de las propuestas que fueron formuladas por empresarios, especialistas y senadores de su propia bancada en las consultas abiertas que realizó el Senado para consensuar la propuesta de ley que había alarmado a los empresarios e inversionistas, que incluso fueron con el presidente López Obrador a pedirle que frenara una iniciativa que dañaría a las empresas y la inversión en el país.
El propio presidente fue quien le pidió a Monreal someter a consulta el dictamen de la ley del outsourcing que Napoleón Gómez Urrutia había impulsado en noviembre de 2019, llegando incluso a dictaminarla y casi a punto de subirla al pleno. Tras detener el proceso legal, el tema se reagendó para este periodo y tras recibir a dirigentes empresariales y expertos en el tema de la terciarización, una forma de contratación laboral vigente en México pero carente de regulación precisa, el líder de la mayoría de Morena le encargó al senador Eduardo Ramírez de Aguilar la elaboración de una serie de cambios al dictamen ya aprobado por la Comisión del Trabajo a partir de las propuestas recogidas en las consultas, y ahí fue cuando vino el choque interno en Morena.
Napoleón Gómez Urrutia se negó a procesar los cambios al dictamen en la Comisión del Trabajo y con el apoyo de Martí Batres y de Germán Martínez, decidió dar la batalla para defender su iniciativa original bajo el argumento de que los acuerdos que hizo Monreal con los empresarios prácticamente “legalizaban el outsourcing” sin ponerle ninguna regulación que garantizara la no evasión fiscal y el respeto a los derechos laborales de los trabajadores. La situación se tornó tensa y el jueves hubo una reunión para intentar conciliar las posiciones de los dos bandos que se formaron en la bancada de Morena y se habló de abrir un espacio de dos semanas para tratar de encontrar un consenso.
Sin embargo, ante la posibilidad de que Monreal y la mayoría de los senadores de Morena decidieran brincarse a la Comisión del Trabajo y su aprobación del nuevo dictamen con cambios e irse directamente al pleno senatorial para hacerle las modificaciones necesarias al dictamen de la ley de outsourcing, en donde por mayoría podían aprobarlo de manera holgada, incluso con los votos de las fracciones de oposición como PAN, PRI y PRD, parece que Napoleón decidió ser él mismo quien modificara su iniciativa original y que desató la reacción adversa de los empresarios por el tema de la criminalización.
Se sabe que Gómez Urrutia recibió también un mensaje de un alto funcionario de la Presidencia, quien le habría pedido a nombre del Presidente que reconsiderara su posición radical en el tema del outsourcing y que aceptara modificar el dictamen de su iniciativa para no provocarle un problema a López Obrador con los empresarios, con los que se comprometió desde finales del año pasado a que se tomaría en cuenta la opinión de los inversionistas para no criminalizar una práctica laboral que utilizan muchas de las empresas mexicanas y que el mismo gobierno federal y los Poderes Legislativo y Judicial tienen subcontratados trabajadores por la vía del outsourcing para algunas labores y servicios subrogados.
Al final, el senador Napoleón supo leer que iba a una batalla perdida porque desde Palacio Nacional apoyaban la necesidad de los cambios al dictamen y la eliminación de cualquier forma de criminalización del outsourcing, por lo que él mismo decidió meterle mano al dictamen que se aprobó en diciembre y eliminar todas las partes que consideraban el outsourcing ilegal como un delito, incluso equiparado a delincuencia organizada, y prefirió salvar las partes en donde se busca garantizar el cumplimiento estricto de la Ley Federal del Trabajo y la protección de los derechos de los trabajadores contratados a través de esquemas de terciarización.
Para decirlo en términos del emperador de quien lleva el mismo nombre, Napoleón Gómez Urrutia tuvo finalmente la habilidad de evitar su Waterloo porque supo que si insistía en no cambiar su dictamen no sólo perdería ante la mayoría de Morena y la oposición que le modificarían su iniciativa en el pleno, sino que corría el riesgo de hacer enojar más al presidente López Obrador que, con la pandemia del coronavirus, los reclamos de justicia de las mujeres y ahora la amenaza de una crisis económica y hasta una recesión por los efectos del Covid-19 y la caída de los precios del petróleo, lo que menos necesitaba era un problema más provocado por senadores de su partido. El Napoleón francés terminó sus días derrotado en la Isla de Santa Helena, a donde fue exiliado por los británicos tras perder la histórica batalla de Waterloo; el senador tal vez no hubiera sido enviado a una isla, pero sí corría el riesgo de ser “aislado” de la 4T y exiliado definitivamente del ánimo presidencial.
NOTAS INDISCRETAS
Nada bien le cayó al presidente López Obrador que algunos gobernadores decidieran, por encima de las recomendaciones de la Secretaría de Salud federal, cancelar eventos masivos y emitir restricciones en sus estados, donde también universidades públicas y privadas suspendieron las clases presenciales para evitar contagios y se fueron al modelo de clases on line. Casos como el de Enrique Alfaro en Jalisco, Jaime Rodríguez “El Bronco” en Nuevo León y Javier Corral en Chihuahua, con sus anuncios de cancelaciones y restricciones, estaban detrás del mensaje del Presidente cuando criticó a “politiqueros” que andan hablando del coronavirus y “hasta dan conferencias”. La realidad es que en varios estados decidieron no esperar más a que el gobierno federal declare emergencia y comenzaron a tomar sus propias medidas, como también los están haciendo instituciones educativas públicas y privadas. Por lo pronto, como no les puede prohibir a los gobernadores que dicten medidas para la protección de sus poblaciones, ni tampoco a las universidades como la de Guadalajara, el TEC de Monterrey, el ITESO, la Universidad Panamericana y muchos otros colegios y escuelas que ya anunciaron la suspensión de sus clases en esos estados, lo que sí hizo López Obrador fue prohibirle a todos los integrantes de su gabinete que den información, entrevistas, comentarios y hasta recomendaciones sobre el Covid-19, dejando sólo a la Secretaría de Salud como la única vocera oficial autorizada por su gobierno para dar información a los mexicanos. La medida busca evitar que haya distintas voces y fuentes oficiales y controlar mejor el flujo de información científica y certificada sobre las estrategias de contención de la pandemia en México…Por cierto, que en toda esta situación crítica del coronavirus el que ha brillado por su ausencia es el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela. Aunque su desaparición de la escena pública no es nueva y comenzó desde que estalló la crisis de desabasto en los hospitales públicos, el secretario prácticamente ha sido hecho a un lado ante la coordinación y el protagonismo que el Presidente decidió darle al subsecretario Hugo López Gatell, por la experiencia que tiene en el manejo epidemiológico, pues fue parte del equipo de Salud federal que en 2009 enfrentó con éxito la epidemia del virus H1N1 bajo la coordinación del entonces secretario José Ángel Córdova. La última vez que se supo del secretario actual fue con su desafortunada declaración cuando escaseaba el metrotexato para las quimioterapias de niños con cáncer en hospitales públicos: “Si no se da una dosis, puede esperarse unos días. No hay ninguna urgencia médica”. No, pues con esas declaraciones, con razón al secretario lo mandaron a guardarse…Ayer en la clausura de la Convención Bancaria en Acapulco, el discurso tan esperado del Presidente causó cierta decepción entre los dueños de los bancos que esperaban, dicen, un pronunciamiento más fuerte y contundente del Ejecutivo federal, en el contexto de la recesión mundial que se viene y el fuerte impacto que tendrá en la débil economía mexicana. En el mismo foro donde hace dos años, aún como candidato, López Obrador amenazó con que si soltaban “al tigre”, con un intento de fraude en las elecciones presidenciales de 2018, él no haría nada y se iría a su rancho, y “a ver quién amarra al tigre, el que lo suelte que lo amarre”, ahora se limitó a pronunciar un discurso poco realista en el que afirmó que “estamos en condiciones inmejorables para crecer” y hasta se puso a exigirles a los banqueros que prestaran más dinero y que dieran créditos a tasas de interés mejores. Es decir nada de lo que esperaban escuchar los varones del dinero. Tal vez aquel “tigre” al que se refirió hace dos años López Obrador nunca se soltó por su triunfo contundente e histórico, pero hoy parece que a México y a la 4T se le viene otro “tigre” con la crisis que nos traerá el Covid-19… Los dados cierran semana con Escalera.