El presidente Andrés Manuel López Obrador , y con él la alicaída economía mexicana , no podían recibir mejor noticia para cerrar este 2019 que la tan ansiada ratificación y firma del nuevo Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. La noticia ayer en Washington de dos acuerdos finales, primero entre los demócratas y los principales sindicatos estadounidenses; y luego entre la líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el gobierno de Donald Trump , cayeron como auténtico oxígeno para el gobierno de la 4T que, hoy con la firma de una “addenda” o apéndice del T-MEC que se realizará esta mañana en nuestro país, manda el mensaje de los tres gobiernos para que los congresos de Estados Unidos y Canadá, finalmente ratifiquen el nuevo tratado, como ya lo hizo el Senado mexicano.
Para eso vienen hoy a México Robert Ligthizer y Jared Kushner , que viajaron ayer por la tarde desde Washington, además de la ministra canadiense Chrystia Freeland , que junto con sus contrapartes mexicanas de la Cancillería y la secretaria de Economía, Graciela Márquez , firmarían hoy esa “addenda” en la que se incorporan los nuevos acuerdos y compromisos que se suscribieron en las últimas semanas, sobre todo el tema laboral, en donde México fue el país que más tuvo que ceder, y que todavía ayer mandó sus últimas propuestas a Washington para la última negociación que se cerró al mediodía. Para el gobierno mexicano, la imagen hoy de la firma, muy probablemente en Palacio Nacional , le da un golpe de certeza a la incertidumbre de todo un año sobre la viabilidad del acuerdo comercial que tanto afectó a nuestra economía.
Aún se desconocen los detalles y los puntos finos en los que México tuvo que ceder a fuertes presiones estadounidenses contra industrias claves de nuestro país como el acero y el aluminio . Es muy probable que en la “contrapropuesta” que mandó la delegación mexicana, liderada por la Secretaría de Relaciones Exteriores y con Jesús Seade como único negociador, haya habido algunas “concesiones” a las peticiones de Washington de las que ya se verán en los hechos; pero por ahora, como dijo el clásico, “haiga sido como haiga sido”, tenemos tratado ratificado y el hecho de que se vaya a firmar en territorio mexicano confirma que nuestro país supo negociar al menos la sede de la firma a cambio de lo que concedimos, que según el compromiso público del canciller Marcelo Ebrard no cruzaría, en ningún caso, lo que él mismo llamó “líneas rojas”.
Y es que era tan grave la amenaza que se cernía sobre la economía mexicana, en caso de que no se aprobara el T-MEC en el corto plazo, que varias empresas trasnacionales asentadas en México, por ejemplo las poderosas automotrices japonesas , ya habían anunciado oficialmente al gobierno de México su intención de buscar otros países para llevarse sus plantas ante la falta de certidumbre en el funcionamiento del tratado comercial con Estados Unidos que era su principal razón para mantener sus inversiones en México. Muchas maquiladoras también ya tenían listos sus planes de traslado a otras naciones porque veían incierto el panorama y la ventaja de México como principal socio comercial con Estados Unidos.
Al final las cosas se acomodaron para las partes y los temas que habían estado frenando la ratificación del tratado : a México los acuerdos le ayudan en su marcada urgencia comercial y económica por un año de crecimiento cero de la economía; a la administración de Donald Trump se le alineó con otros temas como la reciente visita del fiscal William Barr donde el acuerdo comercial también fue moneda de cambio para otros acuerdos en materia de seguridad y combate al narcotráfico ; mientras que la urgencia de los demócratas, que aceleraron sus acuerdos con los sindicatos más grandes de EU, era por desahogar primero el tema del T-MEC, para dejar el campo libre a la votación del “ impeachment ” en contra de Trump que ocurrirá la próxima semana.
Hoy veremos y sabremos qué contiene el apéndice o “addenda” que firmarán los tres países y qué se añadirá al contenido original de lo que se había negociado previamente en el texto que firmaron el 30 de noviembre de 2018 los presidentes de los tres países y de qué tamaño fueron las concesiones que el gobierno de López Obrador tuvo que hacer para lograr la urgente y anhelada ratificación del tratado. Pero por ahora, está claro que para el presidente y para nuestra economía estancada sin duda la ratificación del T-MEC es oxígeno puro, una noticia cuyo tamaño para México está entre un milagro de la Guadalupana o el cumplimiento anticipado de una carta a Santa Clos.
NOTAS INDISCRETAS…
Por cierto que la fuerza y el nivel de control que ha logrado Marcelo Ebrard en el gabinete, se hizo sentir ayer con la instrucción tajante que recibieron todas las áreas del gabinete económico involucradas en la negociación del T-MEC: “nadie habla, nadie informa, todo lo concentra y lo controla Relaciones Exteriores”. Y sí, dirán que es un tema de orden institucional y de manejo uniforme de la comunicación, pero también es un síntoma de quién manda realmente en el gabinete lopezobradorista…Todo está listo para que Margarita Ríos-Farjat asuma como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en enero, en cuanto los ministros regresen de su receso navideño en los primeros días de 2020. Aún no se informa quién sucederá a Ríos-Farjat en el SAT pero en los pasillos del organismo se insiste en que será Rosalinda López, la tabasqueña que además de ser esposa del gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, es hermana del gobernador de Tabasco, Adán Augusto López. Si Rosalinda llega al SAT, entonces sí, como dijeron algunos columnistas, arrancaría el llamado “tren del sureste”, pero familiar…Los dados mandan Escalera. Ya se siente el Guadalupe-Reyes en el ambiente.
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