Dice el viejo refrán que “el que a hierro mata a hierro muere” y Layda Sansores, que ha dedicado gran parte del año y cuatro meses que lleva despachando en el gobierno de Campeche a espiar ilegalmente a sus adversarios y a difundir conversaciones privadas, audios y mensajes de WhatsApp de varios personajes públicos, ahora le tocó ser espiada en sus comunicaciones personales. Ayer por la tarde se difundieron conversaciones privadas de la mandataria, en las que intercambia mensajes con varios de sus colaboradores y con su sobrino, Gerardo Sánchez, exhibiendo no sólo el estilo burdo y rudimentario de la morenista, sino también pugnas en su gabinete, diferencias con su fiscal Renato Sales y hasta su desprecio por la prensa, a la que ordena “darle más dulces”.
Tomadas directamente de su teléfono y del de sus colaboradores más cercanos, la revista Proceso publicó ayer varias capturas de pantalla del número de WhatsApp de la gobernadora en las que se revela cómo Layda fraguó su llegada al poder en Campeche en las elecciones de 2021 y cómo su sobrino, Gerardo Sánchez, junto a su esposa, América Azar, quien fuera la secretaria de Finanzas en el gobierno de Alejandro “Alito” Moreno, se infiltraron y traicionaron al priista para ayudar al triunfo de Sansores robando incluso recursos públicos del erario campechano para hacer “el cochinito” que financió la campaña de la candidata de Morena en aquellos comicios locales.
“Alito es tan soberbio que con cualquier dulce lo endulzas. No me costó trabajo ser indispensable en su cercano grupo de confianza. Su ego es tan grande, que me lo chingaba a cada rato y nunca se dio cuenta. Hasta América (Azar, secretaria de Finanzas) que es muy atarantada, se lo chingaba cada que vez (sic) que podía, haciéndole procesar salidas que iban para el cochinito. Nunca se dio cuenta que él nos financiaría parte de la campaña y de la guerra mediática contra su sobrinito, el Christian Mishel”, le dice Gerardo Sánchez a su tía Layda Sansores en una de las conversaciones filtradas a la prensa.
Y sobre las sospechas que había de quién le proporcionaba a la gobernadora de Campeche los cientos de horas de audios y miles de mensajes de WhatsApp obtenidos por la vía del espionaje a personajes como el dirigente priista Alejandro Moreno, el coordinador de los senadores morenistas, Ricardo Monreal, o hasta a Lorenzo Córdova, presidente del INE, en las conversaciones privadas difundidas ayer se confirma que las intervenciones ilegales que difundía Layda Sansores provienen de un Centro de Espionaje que nunca se entregó a la Comisión Nacional de Seguridad Federal en el sexenio pasado en la cual trabajó el actual fiscal de Campeche, Renato Sales Heredia.
Según afirma el sobrino Gerardo Sánchez en una de sus pláticas con Sansores, Renato Sales operaba ese centro de espionaje, que habría obtenido cuando trabajó en el gobierno peñista y colaboraba con Layda aun antes de que fuera gobernadora en 2021. “Renato me está ayudando con su centro, pero yo soy el que estoy controlando todo”, le dice Sánchez a su tía y ésta le responde: “Pero no hay que confiarnos, Alito es más bandido que muchos, así que no tomes las cosas a la ligera”.
Gerardo Sánchez Sansores, además de mover recursos del gobierno de Campeche para la campaña de Layda, en complicidad con su esposa, la exsecretaria de Finanzas América Azar, también tiene varias investigaciones por ilícitos en la demarcación de Álvaro Obregón, donde también colaboró con su tía y han incluso surgido audios en lo que pediría extorsiones millonarias para dar licencias de construcción en la misma demarcación.
Más allá de que se trate de karma o de una venganza por espiar a sus adversarios, el espionaje contra Layda Sansores confirma los delitos en que ha incurrido la gobernadora de Campeche que está sumida en una serie de ilegalidades graves: un centro de espionaje ilegal sustraído al gobierno federal, decenas de suspensiones de jueces federales que ha violado al publicar escuchas ilegales, la disculpa pública que por violencia de género tenía que dar, por mandato del TEPJF, a todas las diputadas priistas que acusó de prostituirse y no lo hizo, o el broncón que se va a meter con WhatsApp y las autoridades de los EU, ahora que se sabe que rompió la encriptación de la plataforma con un sistema de fabricación israelí, denominado Rafael Advanced Systems y que sería el que utiliza el centro de espionaje a cargo de Renato Sales.
A todo eso se le suma la grave inseguridad que está fuera de control en Campeche, un estado históricamente tranquilo, situación que también aflora en sus conversaciones filtradas cuando se queja en una plática con su particular Axel Rubio de los reporteros de Merida por preguntarle sobre la violencia en su estado: “Pinches yucatecos de mierda no tienen madre. Me agarraron los reporteros saliendo del informe de Vila con el tema de Marcela (Muñoz) y la balacera en Bonfil. Dile a Walas que quiero muchas travesuras con la prensa, ¿No les pagan? ¿O qué?”, reclama la gobernadora, que en la misma plática le ordena a su colaborador que “muevan lo del Martes de Jaguar” pagando publicidad en medios y cuando este le dice que necesita más dinero, la mandataria lo ataja: “¿Otra vez con la misma cantaleta? Te escribo llegando, ofréceles más dulces a los medios. Te encargo mucho, te doy mañana el efectivo que necesites en México”.
Para colmo la polémica gobernadora morenista acumula ya varias denuncias en su contra por daño moral y por alterar información. Ayer mismo la empresa Televisa/N+, con la que Layda está molesta por la exhibida que le han dado en temas de la inseguridad que se vive en Campeche, fue denunciada por la propia Layda ante la Unidad de Fiscalización del INE (Oficio INE/JLE-CM/6963/2022) y no se encontró ninguna irregularidad de las que señaló Layda. Y es que es tan torpe en su operación que hasta dijo que TV Notas era de Televisa, cuando ésta es su competencia.
Así que la gobernadora que decía estar “haciendo justicia” al espiar y difundir conversaciones privadas de sus adversarios, ahora ha sido exhibida y espiada, quizá hasta con su mismo Centro de Espionaje. Porque en las capturas de su WhatsApp ella misma revela tener ya problemas con su fiscal Renato Sales por su confrontación con Marcela Muñoz, la secretaria de Seguridad, a quien Layda se refiere como “mi niña consentida” y dice estar “muy apegada a ella” por el vínculo que Marcela tiene con su esposo Romeo Ruiz Armenta. Y mientras a Marcela la defiende con todo, de Renato, Layda dice que le va “a buscar acomodo en México”, mientras da instrucciones a su secretario de Gobierno para que lo “apriete” y se deshaga de su hermano Raúl Sales, director de Radio y Televisión estatal, y de Bismark Richaud, director del Instituto Tecnológico de Champotón y cercano a Sales.
Es claro que el golpe de espionaje le pudo llegar a Layda de cualquier lado, hasta de su propio equipo, y eso confirma que Campeche está en crisis. Se les dijo: López Obrador y Morena se apresuraron al mandarla de gobernadora sólo por su cercanía con el presidente, sin meditar sobre el desastre que dejó en la alcaldía de Álvaro Obregón. Ahora Layda se ha vuelto un lastre para toda la 4T.
NOTAS INDISCRETAS… En la exhibida que le dieron a la gobernadora de Campeche también sale a relucir que su jurada lealtad y su “corazón” que late por la candidatura de Claudia Sheinbaum tampoco son tan reales. En una de sus conversaciones filtradas, en las que habla de los presidenciables, Layda deja ver sus dudas sobre la solidez del proyecto de Sheinbaum: “Lo de Claudita no está seguro, en cualquier momento se puede caer. Monreal se ha crecido en lugar de debilitarse, y Adán (Augusto) no cesa en su empeño y creo le hemos dado armas para chingarnos”, dice la mandataria que juró que estaba con la jefa de Gobierno “no por un tema de razón, sino por el corazón”. Con razón dicen que el corazón no entiende de lealtades… De manera por demás extraña y sospechosa, el Instituto Electoral de Coahuila dio por válida la queja sobre “violencia de género” de la alcaldesa de Múzquiz, Tania Vanessa Flores, y dictó “medidas cautelares” en contra del periodista Sergio Soto, a quien ordenó “no mencionar ni publicar nada relativo” a la alcaldesa morenista. Lo más extraño del asunto es que, como aquí publicamos, en la queja de la munícipe coahuilense nunca se documenta ningún ataque o crítica del citado periodista, tanto en su periódico on line como en las redes sociales, en donde todos los cuestionamientos que se le han publicado se refieren a su actuación como gobernante, documentando fallas y excesos en su actuar, como sus recientes viajes a Nueva York y Europa con recursos del Ayuntamiento de Múzquiz y sin existir alguna comisión oficial. Lo grave es que el trato que el IEC le ha dado al periodista no sólo huele a censura y a coptación de su libertad de expresión, porque hasta le han negado tener acceso al expediente como acusado en el proceso por “violencia de género”. ¿Será que los consejeros electorales de Coahuila, que fueron amigos y compañeros de la hoy alcaldesa ahora se van a convertir también en censores de la libertad de expresión en su estado?... Los dados mandan Serpiente. Caída libre.