En el gobierno de Claudia Sheinbaum la tenían catalogada como una de las dos peores alcaldesas de Morena cuando gobernó Álvaro Obregón; su fallido ejercicio en esa demarcación que abandonó a la mitad de su gestión para irse a hacer proselitismo a Campeche, fue causa de la estrepitosa derrota que sufrió Morena en esa alcaldía y fue fundamental en la debacle electoral que enfrentó el partido gobernante en su principal bastión político, la Ciudad de México, el pasado 6 de julio.
Layda Sansores San Román no sólo dejó tirado el gobierno de Álvaro Obregón, primero sin ningún tipo de licencia mientras seguía cobrando puntualmente su sueldo como alcaldesa y después, cuando la oposición cuestionó sus largas ausencias en la demarcación, pidió varias licencias temporales en las que ni siquiera explicaba las causas para dejar su cargo, pero que le fueron aprobadas por la mayoría de Morena en el Congreso local. Pero, además, los pocos meses que despachó como alcaldesa, se vio envuelta en varios escándalos, como la denuncia de Fernando Zárate, de que tenía un tigre como mascota en su oficina, que el legislador del PVEM acompañó en su momento con una fotografía del animal en el despacho de la alcaldesa.
No sólo fue su estilo banal y demagógico de entender la política lo que la volvió una alcaldesa frívola y ausente, sino que además la Auditoría Superior de la Ciudad de México le detectó en 2020 irregularidades graves en la asignación de obras y contratos por asignación directa por 37 millones de pesos, en programas sin supervisión como la compra de calentadores de agua, los cuales fueron otorgados durante su gestión a distintas empresas, sin que Sansores firmara siquiera las asignaciones que después se atribuyeron a su segundo de a bordo, Alberto Esteva, que a la postre se convertiría en alcalde sustituto cuando ella pidió licencia definitiva para buscar la gubernatura de Campeche.
“Tenemos dos alcaldías problemáticas y en las que hay más problemas que resultados: Álvaro Obregón y Tlalpan”, me dijo en una ocasión una ex colaboradora de Claudia Sheinbaum, quien se refirió a la gestión de Sansores como “un desastre” en el que no había ni claridad en el manejo de los recursos, ni comprobación adecuada de los mismos, además de las quejas constantes de vecinos y asociaciones de colonos, lo mismo de las zonas más populares, que de las de alto poder adquisitivo en Álvaro Obregón. Durante su ejercicio, sus confrontaciones y diferencias con Sheinbaum fueron de sobra conocidas y esa antigua colaboradora reconocía, en 2020 que “Layda es incontrolable, déspota y hasta grosera con la Jefa de Gobierno”.
Ayer, con todos esos antecedentes, sumados a sus polémicos gastos con recursos públicos en tintes, maquillaje y hasta ropa interior cuando fue Senadora de la República, Sansores San Román juró protesta como nueva gobernadora de Campeche. Se consumó así un cuestionado triunfo electoral que, tras el recuento parcial de votos, fue validado por los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; pero también se consumó, con su llegada a la gubernatura, un viejo sueño que nunca pudo lograr en vida el cacique priista de Campeche, Carlos Sansores Pérez, quien gobernó el estado de 1967 a 1973 cuando su hija Layda, orgullo de su nepotismo, estaba apenas en sus veinte años.
De su padre, Carlos “El Negro” Sansores, el periodista Elías Chávez escribió un artículo en la revista Proceso en septiembre de 1977, titulado “La negra historia del Negro Sansores”, que en ese tiempo, cuando era dirigente nacional del PRI, su caída estaba próxima porque lo acusaban de ser un “traidor” de cometer latrocinios y de haber ordenado hasta un asesinato. Cita Elías Chávez en ese artículo declaraciones de José Ortiz Ávila, exgobernador de Campeche, quien fue su antecesor y quien lo apadrinó e impulsó a la gubernatura: “Sansores Pérez es un traidor, un desleal, un bandido. Dos veces ha traicionado al PRI; actuó deslealmente con sus amigos; inclusive provocó por órdenes de Luis Echeverría, la caída de Carlos A. Madrazo…Se ha enriquecido cometiendo latrocinios y hasta es autor intelectual de un asesinato enhiesto”, citaba el periodista en ese artículo.
Antes de morir, en diciembre de 2005, Carlos “El Negro” Sansores se había olvidado de su priismo y siendo ya un cacique en declive en tierras campechanas, le ofreció su apoyo total a Andrés Manuel López Obrador, que ya iniciaba su primera campaña presidencial por el PRD. Fue entonces, en una de sus visitas, que Sansores le encomendó a su hija Layda, entonces ya sesentona, para que la tomara en cuenta en su proyecto político. Era tal la admiración y agradecimiento que López Obrador sentía por el viejo cacique del sureste campechano, que ahí, en una de sus visitas, le hizo una promesa: “El día que yo sea presidente, su hija será gobernadora de Campeche”.
Y ayer se consumó la gubernatura de la cachorra del “Negro” Sansores y el ahora presidente pagó un favor y cumplió una promesa que tardó 16 años en realizarse. A Layda se le veía radiante con su pelo rojo encendido y su sonrisa restirada mientras juraba “cumplir y hacer cumplir la Constitución del Estado libre y Soberano de Campeche”. Para ella fue un día feliz, para los campechanos el inicio de un periodo incierto y el restablecimiento de una vieja dinastía priista que regresa al Palacio de Gobierno de la antigua ciudad amurallada.
Dice la creencia popular que en Campeche, por el modo de ser, parsimonioso y tropical de sus tranquilos habitantes, “no pasa nada” y es tal la tranquilidad que ni siquiera la bahía campechana hace olas. Pero con su nueva gobernadora a los campechanos les irá bien si no pasa nada, aunque lo más probable es que empiecen a pasar cosas nada buenas para el antiguo territorio del imperio maya.
NOTAS INDISCRETAS…
Ayer el subsecretario para América Latina y el Caribe de la cancillería, Maximiliano Cortázar, salió a aclarar que no habrá, en la VI Cumbre de la CELAC, programada para este sábado, ningún anuncio de abandono o desconocimiento de la OEA, pero sí la intención manifiesta de al menos 16 presidentes latinoamericanos y caribeños, además de primeros ministros y representantes de un total de 30 naciones del continente, de confirmar un diálogo diplomático para buscar “una reestructuración y una transformación total” de la Organización de Estados Americanos. Según el subsecretario, ninguno de los países ni mandatarios que acuden este fin de semana a México, entre ellos el cubano Miguel Díaz Canel, el argentino Alberto Fernández y el uruguayo Luis Lacalle, están en la idea de abandonar a la OEA, pero sí de impulsar un cambio radical en las funciones y la orientación del organismo multilateral, que según el subsecretario mexicano, “está demasiado a la derecha con el señor Luis Almagro, y queremos que se corra más hacia la izquierda”, dijo Maximiliano Reyes. Eso sí, aunque el funcionario de la SRE dice que la intención no es desaparecer ni desconocer a la OEA, “si en el camino de esta reestructuración se decide que debe cambiar también de nombre para dar paso a un nuevo organismo con otra denominación, eso tampoco lo descartamos y será una decisión de todos los gobiernos y países que están participando en este diálogo diplomático”. El subsecretario destacó que, más allá del tema de la OEA y de las críticas al trabajo de Almagro, en la CELAC se discutirá una estrategia para que los países de Latinoamérica puedan producir sus propias vacunas contra el Covid, para dejar de depender de las grandes potencias y de sus ventas y donaciones de vacunas. La estrategia de la CELAC será apoyar la producción y compra de vacunas a Cuba, a Argentina y Brasil, además de la prometida vacuna Patria de México que, según Max Reyes, ya está a punto de empezar los protocolos de la Fase 3 y podría pronto empezar a ser producida nuestro país. En fin, que habrá que estar atentos a los mensajes que este sábado se manden en la CELAC, empezando por el discurso del presidente López Obrador…Por cierto que la cancillería aclaró que Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, no viene a México a este encuentro y que en su representación lo hará la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. ¿Será que Maduro no pudo venir o que en Palacio Nacional le dijeron “mejor no venga y mándenos a su representante”, por aquello de que no se vayan a molestar en Washington? De ser el caso, sería la nueva versión del “comes y te vas” de Fox a Fidel Castro, pero en los tiempos de la 4T y al incomodísimo dictador venezolano… Los dados mandan Capicúa. Falló el tiro.