Entre las posiciones que le falta anunciar a la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, del que será su equipo de Gobierno para los siguientes seis años, están los nombramientos del staff presidencial que la acompañará en su primer círculo de trabajo. Se trata de posiciones que requieren de personajes no sólo con capacidad y experiencia, sino de mucha cercanía y confianza para trabajar, literalmente, al lado de la futura gobernante y del que será su despacho presidencial.
Y entre las designaciones que prepara la doctora y que hará públicas en las siguientes semanas la del Jefe de la Oficina de la Presidencia llamará la atención por dos razones: primero por el nombre de quien ocupará esa posición y los mensajes que lleva su regreso político; y segundo, porque a diferencia de lo que pasó en la presidencia saliente de Andrés Manuel López Obrador, en la que ese cargo fue ocupado por el empresario Alfonso Romo, quien supuestamente tendría un papel muy relevante como interlocutor y operador político del Presidente, al final terminó siendo ignorado y aislado por el mandatario, que no lo escuchaba ni atendía sus consejos, de tal manera que Romo renunció al segundo año de gobierno, pretextando un acuerdo previo con su amigo, y prefirió irse a vivir a la glamorosa vida sanpetrina.
Con la próxima llegada de Lázaro Cárdenas Batel a la Jefatura de la Oficina Presidencial, por invitación de la futura Presidenta, veremos el retorno del nieto del general Cárdenas al primer círculo presidencial, luego de que también le renunciara a López Obrador en marzo de 2023 de la Coordinación de Asesores, como un gesto de apoyo a su padre, Cuauhtémoc Cárdenas, que dos meses antes, el 31 de enero del mismo año, el Presidente cuestionara al ingeniero por su participación en el manifiesto del grupo “Mexicolectivo” y lo considerara su adversario político, por asumir posturas que, dijo, estaban más cerca del bloque conservador, que de su proyecto de transformación.
A partir de ese momento Lázaro le presentó su renuncia en varias ocasiones al Presidente, quien se negaba a aceptarla, hasta que el 17 de marzo de 2023, justo un día antes del aniversario de la expropiación petrolera, Cárdenas Batel hizo pública su renuncia como Coordinador de Asesores de la Presidencia, y un día después apareció junto a su padre en la tumba del General Cárdenas, en el Monumento a la Revolución, algo que en su momento desató interpretaciones de ruptura entre López Obrador y el ingeniero, cuyo hijo puso por encima su lealtad familiar y paterna que la lealtad al Presidente.
Por eso es significativo que Lázaro Cárdenas vaya a regresar a una posición clave de la Presidencia, incluso más que la que ocupó en el sexenio que termina, para acompañar a Sheinbaum Pardo, quien a pesar de que también criticó en su momento a Cuauhtémoc por tomar una posición contraria al proyecto obradorista, durante su reciente campaña buscó al ingeniero para ofrecerle una reconciliación con ella y pedir el respaldo público de la familia Cárdenas, lo que incluía la invitación a su amigo Cárdenas Batel para que la acompañara en su gobierno.
Y aunque al principio se especuló que Lázaro iría a la Secretaría de Energía, luego se dijo que a Pemex y ahora, según información que manejan en la oficina de la mandataria electa, terminará como Jefe de Oficina de la presidenta Sheinbaum. Lo que sí fue real es que la doctora invitó a Cárdenas Batel a dirigir Pemex, con el ofrecimiento de que podrían desde ahí poner en práctica las propuestas del ingeniero Cárdenas para un cambio total de modelo en la petrolera nacional. Pero el nieto del “Tata” no aceptó de inmediato y le pidió a su amiga que le permitiera primero hacer su propio diagnóstico de la situación real de Pemex y que, una vez que lo tuviera, decidirían juntos si él aceptaba dirigir a la empresa pública.
Pero resultó que, tras haber analizado los últimos estados financieros de Petróleos Mexicanos y haber revisado el funcionamiento de las áreas estratégicas y de la operación burocrática y administrativa de la petrolera, Lázaro Cárdenas llegó a dos conclusiones que lo llevaron a decir no a la invitación para dirigirla: la primera, que Pemex necesitaba de inicio, al comenzar el próximo gobierno, una inyección de 2 mil millones de dólares, dinero que no tendrá el gobierno de Sheinbaum, y segunda, que también de arranque, para empezar a sanear a la empresa pública, se requería despedir a 40 mil trabajadores del Sindicato Petrolero de la República Mexicana. Y cómo ni él –y tal vez tampoco la futura Presidenta–, querrían asumir ese enorme costo financiero, político y social, prefería declinar amablemente la invitación.
Fue después de esa explicación y esos argumentos que la doctora decidió no perder la colaboración de Cárdenas y, por la cercanía, amistad y gran confianza que tiene, es que decidió invitarlo como Jefe de su Oficina Presidencial. Y es precisamente ahí donde ocurriría la segunda resurrección de Lázaro que, a diferencia del actual sexenio donde lo mandaron a una posición sí importante y cercana, pero muy poco visible y con casi nula exposición pública, llegaría a la oficina que han ocupado importantes consejeros presidenciales que también se convirtieron en operadores políticos e interlocutores del Presidente con distintos sectores, desde políticos y empresariales, hasta el manejo del gabinete y las estrategias de la Presidencia.
Porque la idea que tienen en el equipo de la virtual Presidenta electa es que el Jefe de la Oficina de la Presidencia retome un rol importante en la planeación, ejecución y operación de las estrategias presidenciales. Y ahí es donde Lázaro Cárdenas Batel llegará a tener un papel mucho más visible y políticamente relevante en el gobierno de la primera mujer Presidenta de México. Una posición por la que han pasado, desde que la creó el presidente Carlos Salinas de Gortari en 1988 y la estrenó nada menos que con el súper consejero Joseph María Córdova Montoya, otros nombres como Luis Téllez Kuenzler, Juan Camilo Mouriño, Gerardo Ruiz Mateos, Patricia Flores y Aurelio Nuño.
Y sin duda con Lázaro y sus dos resurrecciones, volverá la figura de un Jefe de la Oficina presidencial fuerte políticamente y operador de los temas importantes para la Presidenta y para el seguimiento del gobierno federal.
NOTAS INDISCRETAS…
Aunque los reflectores se los llevó el jueves pasado Omar García Harfuch y su llegada anunciada a la Secretaría de Seguridad federal, el otro nombramiento que desató más reacciones fue el de Rosa Icela Rodríguez como la nueva titular de la Secretaría de Gobernación. Y es que mientras la llegada de Omar al frente de la SSyPC estaba más que cantada, la de Rosa Icela a la Segob, si bien se había especulado, nadie —ni siquiera la propia involucrada— tenía confirmado hasta un par de días antes la invitación que le haría la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum. Y no fue gratuito que esos dos nombres fueran los que acapararan la atención de los analistas y de los medios, porque en esas dos designaciones se resume lo que será el gabinete de Sheinbaum en su arranque: una mezcla, casi a mitades, de colaboradores suyos que ella invitó y decidió incorporarlos a su equipo de trabajo, y otra de funcionarios y nombres que le “sugirió” —o le impuso, según se quiera ver— el presidente López Obrador. Porque a todos queda claro que García Harfuch le debe su lealtad y confianza a la futura Presidenta y que López Obrador tuvo que terminar por aceptarlo, a pesar de que durante mucho tiempo le tuvo recelo y desconfianza al nieto del general Marcelino García Barragán. Pero aunque ahora ya quiere a Omar y hasta lo elogió en su conferencia mañanera, no es el mismo caso de Rosa Icela, quien si bien tiene también cercanía con Claudia Sheinbaum, para nadie es secreto que su lealtad ciega e incondicional es con el presidente López Obrador. Por eso todo mundo piensa que fue el mandatario saliente quien la recomendó para esa posición y por eso los caricaturistas ayer la dibujaban como si fuera una “oreja” del futuro inquilino de “La Chingada”, incrustada en el próximo gobierno… Los dados mandan Serpiente Doble. Semana complicada.